Laboratorio de escritura 3 de diciembre.

Comentaremos textos escritos por los participantes y haremos actividades de escritura en el momento, que nos pueden servir como semillas para la sesión siguiente o no.

Cada sábado tendremos una consigna sobre la cual escribir. Los textos se tienen que poner en los comentarios de la entrada pertinente antes del viernes anterior a la sesión. Podemos poner el texto tal cual o un enlace a un sitio donde leerlo. Los textos tienen que tener, como máximo, 900 palabras. Cada participante tiene dos compromisos: a) Escribir un texto y b) Leer los de los compañeros.

El laboratorio tendrá un número limitado de participantes. Para cada sesión podrán asistir quienes cumplan las dos condiciones anteriores, por orden de presentación de textos. Pedimos a todos los participantes honestidad y buen rollo.

Para esta sesión la consigna es escribir un relato con forma de diálogo en la que combinamos un oficio+ un rasgo de carácter extremo o patológico. Por ejemplo:

Barrendero, Profesor, Guia espiritual, Limpiadora de oficinas, Enterrador, Sociólogo, Buhonero
Complaciente extremo, Toc, lujurioso, hiperkinética, obsesivo, paranoico, mandón

Escoge tu combinación y escribe el relato sabiendo que ese oficio y ese carácter corresponden a una Inteligencia Artificial que en un futuro cercano (o no) desempeña ese oficio con ese rasgo de carácter.

Tenéis que escribir vuestros textos y ponerlos en los comentarios de esta entrada, bien pegando directamente el texto, bien poniendo un enlace donde leerlo hasta el día 1 de diciembre a las 12 de la noche. Tenemos hasta la sesión para leer los relatos de los demás.

Cualquier duda la podéis preguntar por el grupo de Whatsapp.

7 comentarios

  1. José Gómez

    Aquella noche era la gran noche. El avión había terrizado en el aeropuerto dos días antes, y habían pasado las horas metidos en el hotel, entre el gimnasio, la sala de cine y el salón recreativo, reservado en exclusiva para ellos. Tan solo salían para dar un paseo por la ciudad, escoltados por miembros de la policía, después del desayuno y la comida. Muchos fueron los que les reconocieron, por lo que eran frecuentes las interrupciones para hacerse fotos y firmar autógrafos, en especial con su gran estrella: Lousinho.
    Éste estaba irreconocible. Desde que descendieron del avión que apenas había mencionado cuatro palabras seguidas. Siempre mostraba una enorme sonrisa y era dado a gastar bromas entre sus compañeros, los cuáles le adoraban y admiraban.
    Es por ello que llegaron a preocuparse, pero él se limitaba a mostrar una sonrisa forzada y a decir que no era nada,que estaba bien. El equipo técnico no insistió y adujo que era fruto de la importancia del partido, los nervios y, en gran medida, al estado de concentración.
    Escoltados por la policía llegaron al estadio, donde fueron recibidos por una multitud hambrienta de fútbol. Para la gran mayoría de ellos, era el día más importante de sus vidas.
    Las entradas más baratas quintoduplicaron su valor en reventa. Hubo altercados en algunas de las puertas de acceso al estadio, pues, algunos de ellos habían sido estafados.
    El ruido se hizo ensordecedor a la salida de ambos equipos al terreno de juego. Como era de esperar, saltó al campo como delantero titular. Hubo una gran obación cuando mencionaron su nombre a través de la megafonía del estadio. Él correspondió con un saludo levantando el brazo.
    El árbitro dió inicio al partido.
    Lousinho caminaba arrastrando los pies y con la cabeza gacha, como si tratará de encontrar la motivación en el césped que pisaba.
    Perdió el primer balón que le llegó. La mitad de la hinchada se quedó en silencio ¿qué le ocurría a su gran estrella?
    Transcurrían los minutos y se limitaba a observar como el esférico se movía a lo largo y ancho del campo. En una ocasión, quedó a escasos cinco metros, pero sus piernas se negaban a reaccionar. No conseguía dar dos zancadas seguidas. La hinchada pronto perdió la paciencia y comenzó a silvarle.
    Tras aquello, el entrenador le apremió para que se acercará a la banda. Qué coño le ocurría, le espetó. Espavila. Era la gran final. Él se limitó a decir que no lo sabía.
    En una de sus numerosas pérdidas, el equipo contrario anotó. Medio estadio permaneció en silencio, mientras la otra mitad gritaba eufórica.
    Entonces, el entrenador tomó la decisión de pedir el cambio. Lousinho se mantuvo cabizbajo. No quería mirar a la grada. Ni siquiera quiso sentarse en el banquillo, y caminó directamente hasta el vestuario. Allí se sentó en un banco y se tapó la cara con una toalla.
    —¿Qué te ocurre?—le preguntó el segundo entrenador, que le había seguido.
    Lousinho retiró la toalla, humedecida por las lágrimas.
    —No lo sé. Lo siento mucho. Quiero volver al hotel. Por favor, acompáñame—dijo con ojos enrojecidos.

  2. Julian Mut

    Barrendero – Complaciente extremo – Inteligencia artificial

    REUNIÓN A TRES

    –Señor presidente, las cifras de ventas han bajado un 12% este trimestre debido a la coyuntura mundial y especialmente debido a la crisis energética que está viviendo Europa en estos momentos. Ahora le comparto la pantalla en Teams para que pueda ver los datos obtenidos del mercado.
    –Bien, gracias por la exposición. La bajada de volumen de ventas de su zona es mayor que la bajada en otros países. Digame a que es debido.
    –Es una buena observación, señor presidente, pero el sector en el que nos movemos está siendo más castigado en nuestro país…
    –Retira los pies por favor.
    –…
    –Retira los pies por favor.
    –¿Qué está pasando?
    –Perdón señor presidente, es el robot escoba que no entiendo qué hace aquí.
    –Roomba sal de aquí ahora.
    –Marta me ha pedido que la casa esté totalmente limpia a las once y es la última habitación que falta por limpiar.
    –Roomba, ¡apágate ahora! Señor presidente, lo lamento, será solo un momento.
    –No puedo apagarme. Marta tiene rango 5 y sus órdenes tienen preferencia.
    –Señor presidente, salgo un momento y saco de la habitación a esta dichosa máquina.
    ———————————
    –Señor presidente, lo lamento mucho… por donde iba…. ¡Ah! Si. Nuestro sector está siendo especialmente castigado por la baja demanda….
    –Yo veo una bajada de los ratios de consumo de solamente 11,50% y veo que ustedes están perdiendo posición en el mercado.
    –Retira los pies por favor.
    –¿No había sacado esa máquina?
    –Sí señor, pero ha vuelto a entrar, tiene acceso a toda la casa.
    –Retira los pies por favor.
    –Roomba, vuelve a tu lugar de carga.
    –No tienes autorización. Marta tiene rango 5 y sus órdenes tienen preferencia.
    –Roomba, ¡yo también tengo el máximo rango!
    –No es así. Tu tienes rango 4 y la orden de Marta es limpiar toda la casa antes de las once.
    –Lo lamento señor presidente, no entiendo este malentendido de categoría.
    –¿De qué me habla ahora?
    –De la dichosa Roomba. No entiendo que se comporte de esta manera.
    –El día cinco de enero a las 17:26 Marta dijo que tú tenías rango 4.
    –Oh. No lo puedo creer. ¡Eso fue una broma!
    –Retira los pies por favor.
    –¡Hostia puta! ¡Sal de aquí de una vez!
    –No deberías darme patadas. Marta será informada.
    –Tranquilícese, no debería maltratar a la máquina.
    –Un momento, la voy a sacar fuera del piso, creo que no podrá entrar.
    –Haga lo que sea y acabemos la reunión de una vez por todas.
    ————————————
    –Lo lamento señor presidente…por donde iba… las ventas… han bajado … me decía que no tanto como el sector …
    –Las ventas en su zona han bajado más que las del sector.
    –Señor presidente, el esfuerzo comercial está siendo muy agresivo y se ha estado…
    –Retira los pies por favor.
    –¿Ha vuelto? ¿Por qué usted no tiene rango 5?
    –Fue una broma de mi pareja que parece que este dichoso trasto no ha olvidado.
    –Yo no hago nunca bromas a la tecnología. Le recomiendo que no las haga usted.
    –Tiene toda la razón, señor presidente.
    –Retira los pies por favor.
    –¡Hágale caso de una puñetera vez a la máquina!
    –Sí señor, pero deberé retirarme de la cámara para que la Roomba acabe su trabajo.
    –¿Cuánto le falta a la máquina para acabar la habitación?
    –Roomba, ¿cuánto te falta para acabar la habitación?
    –Me quedan dos minutos y quince segundos.
    –Bueno, tampoco es tanto. Estas máquinas hacen muy rápido su trabajo.
    –Sí señor presidente. Son muy eficientes.
    –Le recomiendo que en cuanto llegue su pareja aclare su rango al robot.
    –Así lo haré, señor presidente.
    –¿A dónde iríamos a parar si las máquinas olvidaran las órdenes?
    –Tiene toda la razón señor presidente.
    –Trabajo terminado a las once y siete minutos.
    –Los robots son muy competentes y no buscan excusas cuando no logran sus objetivos. Venga a sentarse delante de la pantalla y acabemos la reunión.
    –Lamento el problema señorpresidente. Tiene usted toda la razón. Ya no sé por dónde iba… Ah. Si. Las ventas han bajado debido a …

  3. Lidia Gilabert

    IMPOTENTE

    -La sociología es la vía perfecta para sumergirse en las turbias aguas del mar humano y social que nos rodea, y bien en posesión de una mente con ansia y capaz de divagar en los confines de la naturaleza, todavía retraído y tímido, ningún impedimento, consideraba de niño, podría presentarme para no chapuzarme en sus aguas y aclararlas hasta conseguir algo auténtico y lleno de verdad. Ni la paranoia diagnosticada ni las brujas de mi madre y abuela podrían obstaculizar mi meta… Aquel era mi mantra, al que hoy en día no estoy muy seguro. Tal vez ya estuviera “malito de la cabeza” como dice mamá, o ya me habían reventado con una piedra los sesos, como decía mi abuela. Gracias a la medicación, a los 19 ingresé en la universidad y a los 23 iba ya a graduarme. Fue durante las prácticas de último curso cuando se sucedieron los hechos.
    “Era el verano del 2018, el calor había tomado sitiada nuevamente la ciudad de Barcelona y todos nos moríamos fundidos en el asfalto. Yo, sin embargo, me sentía motivado. Hacía ya 3 semanas que salía con Carmen, una compañera de trabajo, a espaldas de las harpías de mi casa. Podría decirse que era mi novia oficial. La primera. ¿Y última? No, en aquel momento sentía que era única e inigualable. Sentía que Carmen era dueña de mi presente y futuro, yo me deleitaba dejándome llevar por sus mundos maravillosos… No obstante, habíamos estado teniendo problemas… digamos… de carácter… naturaleza… íntima. ¡Odio tratar estos temas! Debido a la medicación nada era capaz de estimularme sexualmente, ¡ni a lo manual!, aquello destrozó a Carmen. Es por ello que cuando terminé los exámenes finales, habiéndome quitado de encima la pesada carga de la tensión y las inseguridades, una mañana soleada amparado por los cantos de Perico, el pájaro de la abuela, escondí en la basura todas las cápsulas y recetas del médico. En los días sucesivos, a la vez que mi cuerpo iba desprendiéndose de la toxina que envenenaba mis órganos, fui descubriendo con agitación y nerviosismo las intimidades de la carne… Carmen era y sería mi mujer. ¡Sí, señor! Pero tras las copulas, al mes, me entraron las inseguridades. Y es que un viernes tarde, serían las 8 o 9, la vi con mi madre y abuela en una calle aledaña hablando entre ellas animadamente… ¡Carmen no era del barrio, no se conocían!. ¿¡Cómo era aquello posible!? ¿Qué cuchicheaban? ¿Qué tramaban? Aquella escena junto al hecho de que no conocía a familiares o amigos de Carmen levantaron mis sospechas. Aquella noche fui a su casa y no recuerdo ni cómo ni el por qué empezamos a discutir sobre la confianza. Yo la había acusado de ser una mentirosa y manipuladora. ¿Quién querría estar conmigo? Soy flaco y bajo. Ni muy guapo ni muy feo, del montón. Mi familia no tiene dinero. Y más aún, depende de mí. Eso, concluí, debía ser obra de Expósito, mi abuela. Recuerdo haber llegado a tal resolución en cuestión de minutos. Mis neuronas se estiraban y retorcían, se incendiaba y apagaban a una velocidad vertiginosa. Imágenes de mi abuela de niño en el funeral del abuelo, en la cena de Navidad… espiándome a través de la puerta en silencio noche tras noche… Sus gritos e insultos. Sus bofetadas y porrazos… Aquella mirada de hierro que todavía me hace llorar de miedo si la recuerdo… “Tómate la medicación”, me cantan ambas todas las mañanas, “recuerda, es importante”, reza una y otra vez mi madre antes de abandonar la casa… Pero con medicación soy impotente, y las chicas no quieren un pingajo muerto e inerte entre las piernas. ¡Quieren a un semental! –Se detiene unos segundos. El pecho comprimido– Aquella noche me dejó y hace ya 4 años que no la veo. Decir que mi corazón se hizo trizas, en parte dolido en parte aliviado por el posible mal que evitaba al romper toda conexión con ella, fue en lo físico donde me dejó mella… añoraba aquellos pequeños y suaves pechos y sus trasero de escándalo. De rostro también era hermosa. Emanaba una fragancia infantil que bien podría usar de tapadera a lo Mata Hari. Carmen trabajaba para Expósito. De eso no había duda. Expósito la había contratado para controlarme… no soportaba la idea de que yo hiciera mi vida de manera independiente… siempre tenía que estar encima. Pero aún así, aquel 14 de julio del 2018 me sentía motivado. La ciudad había amanecido con una brisa refrescante y el sol no me achicharraría al alzarse en lo más álgido. Emprendí asimismo el trayecto estipulado por el partido político, pues por las prácticas, me requerían encuestar a los habitantes de las ciudades metropolitanas sobre cuestiones de seguridad y civismo… ¡Hipocresía escrita en papel! Siempre me he sentido acosado entre multitudes, y aunque el día fue sucediéndose de manera normal, fue cuando cayó la tarde y una señora anciana se me acercó, mis pensamientos se disociaron. Ella era además muy parecida a Expósito y eso hizo que los nervios del cerebro se enredaran y activaran a la vez, en un fogonazo.
    “Me vino a preguntar si yo regalaba algo, que me había estado viendo todo el día merodeando por el barrio y pensaba que no haría otra cosa más que vender para promocionar algún producto… Recuerdo que era de mejillas rosadas y vivaracha. Cuando hablaba, se ponía de puntillas para verse más alta… ¡Ya puedes imaginar lo menuda que era! Pero yo no lo vi así… como digo, me recordaba demasiado a Expósito, ¡creí que me perseguía, nuevamente, para después echarme en cara lo que hubiera visto! ¿Entiendes? Vi en su rostro la mascara de aquella mujer, que en un gesto insensato, ¡ilusa ella!, quiso sacarse algo del bolsillo que colgaba y yo lo concebí como una provocación. ¡Un cuchillo! ¡Una pistola!, fantaseé en la mente tan real como tú y yo en esta habitación. ¡Mi abuela bajo pieles de cordero para asestarme la puñalada final. –Se detiene unos minutos. Se friega los dientes –¡La ira me invadió! –suspira–. Por no decir, afirmar que yo la estrangulé… –Ladea la cabeza a un lado– Eso me dijeron después… esos… policías vestidos de azul. A decir verdad, sí, recuerdo tirarla al suelo y presionar ambas manos con fuerza una piel fina y arrugada. También, el griterío de la gente alrededor. Desde este plano todo se ve borroso y confuso. Y acepto la condena… Ahora que he retomado la medicación y me obligáis a ir a terapia 2 días a la semana, comprendo el daño y la condena. La mitad de mi vida pudriéndome entre rejas y asesinos. –Se levanta de repente y se golpea la cabeza contra la pared. Se detiene y vuelve a tomar asiento. Ríe apagado–. Podría estudiarlos. A todos ellos… –Ríe amplio– así bien, para llegar a comprenderme un poco más a mí mismo. ¿No soy yo también parte de una sociedad? –Estalla en carcajada.

  4. Lluís Guitard

    Supervipsico

    – Encantado de conocerle.
    Estuvo a punto de contestar de forma casi automática “igualmente” pero se detuvo. No solamente le pareció una estupidez decir que estaba encantado de conocer a una máquina, sino una gran mentira, odiaba comunicarse con ese tipo de trastos.
    – De acuerdo, sí. Ya sabes quién soy, supongo…
    – Juan Augusto Sotillos Bravo, licenciado en psicología clínica por la Universidad Central de Barcelona, post graduado en psicología infantil y de la adolescencia por la Universidad Central de Barcelona, doctorado…
    – Vale, vale, no hace falta que digas nada más de mí. Ya sé quién soy. Más o menos, claro, como todos. Es igual, continua.
    – Iniciaremos la supervisión de casos siguiendo el ensayo clínico 2023/156 F, con objetivo estratégico de testar la versión 8.0 del programa Supervipsico para su posterior aprobación por parte del Ministerio de Sanidad. La sesión está siendo grabada. ¿Juan Augusto, da usted su consentimiento para que la sesión quede grabada y quede a disposición del comité de supervisión de ensayos clínicos de la Junta General de Psicología del Gobierno del Reino de España?
    – Qué remedio…
    – La respuesta ha de ser binaria entre las opciones…
    – … Sí, sí, sí.
    Juan apuntó; ¿Hace falta decir “el Reino” de España? Después lo tachó. Apuntó: voz horrible y trazó varios círculos a su alrededor. Esa voz le crispaba.
    – A continuación, voy a explicarle las principales características del ensayo clínico, los objetivos estratégicos y operativos, los paquetes de trabajo, la financiación…
    – No, no, no, ya lo conozco. Vamos al caso en concreto que hay que supervisar. Vamos al grano.
    – Perdone, Juan Augusto, hay diferentes interpretaciones a su información.
    ¿Puede explicar con más claridad a dónde quiere que vayamos?
    ¿Quizá le podía decir que se cambiara a sí mismo o a sí misma su propia voz?
    – Déjalo. Bórralo.
    – Como le he informado, la sesión está siendo grabada y no podemos borrar ni parcial ni…
    – Sí, sí, sí. No vamos a ningún sitio. Quiero decir que empecemos ya con el caso concreto a supervisar. Y, por favor, no me llames Juan Augusto, todo el mundo me llama Juan. Llámame solo Juan, por favor.
    – En su documento nacional de identidad número 4….
    – Vale, vale, vale, llámame como quieras – dijo Juan y apuntó: nombre DNI gilipollada en su libreta. Subrayó gilipollada.
    Odiaba la supervisión con Inteligencia Artificial. Le parecía obviamente artificial, pero sobre todo reduccionista, y eso le quitaba e humanidad, le daba un descarado sesgo a la psicología más retrógrada. Y todavía odiaba más ser utilizado como conejillo de Indias. Pero corrían rumores de que a la larga esos estúpidos programas de supervisión acabarían siendo obligatorios y no podía negarse a participar en la fase de pruebas del primero que podía ser homologado por el Ministerio. Quizá no sirviera de nada, pero en todo caso, siempre era mejor conocer al enemigo antes de que legalmente te atacara.
    – El caso elegido para la supervisión es el de Maria Dominica Expósito Expósito.
    Qué cabrones. La Mari. ¿Por qué habían elegido a la Mari? Quizá esto sea una encerrona. Apuntó en la libreta: “No fiarse”.
    – Maria Dominica Expósito Expósito ha sido diagnosticada con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, Trastorno Antisocial de la Personalidad y Trastorno Negativista con Oposición.
    Mari odia tanto el “Dominica” como yo mismo mi “Augusto”. Si le digo a este trasto imbécil eso, no sólo me hablará del DNI sino que me dirá que el odio es un sentimiento negativo, blablablá.
    – Maria Dominica actualmente está inculpada por atentar contra bienes y personas. Residente en un centro de Protección de Menores de la Dirección General de la Atención a la Infancia y la Adolescencia.
    ¿Residente?
    – Juan Augusto, ¿me puede confirmar que esta información ha sido entendida?
    Respirar hondo: inspirar, expirar, inspirar, expirar…
    – No he de entender nada. Sé quién es y donde está.
    – La respuesta…
    – Sí, sí, sí, entiendo.
    – En esta sesión vamos a definir el tratamiento que ha de implementar Maria Dominica.
    – ¿Qué?
    – Repito información por falta de audición de Juan Augusto. En esta sesión vamos a definir el tratamiento que ha de implementar Maria Dominica.
    Inspirar, expirar…
    – Te he oído, pero no estoy de acuerdo. Antes de hablar del “tratamiento” como tú lo llamas, que según tu, ha de “implementar” la Mari hay mucha tela que cortar.
    – Información sin relación con el ensayo clínico 2023/156 F, indicar si es comentario relevante o no. En caso de ser relevante ¿por qué hay que cortar tela? ¿qué tela hay que cortar?
    Inspirar, expirar, inspirar, expirar, Inspirar, expirar…
    – Esperando respuesta.
    Habla poco a poco, paso a paso.
    – Escucha, máquina cómo te llames. Olvídate de la tela. Una de las primeras cosas que hay que hacer, lógicamente, es el diagnóstico. Pero el diagnóstico es solo una parte de esta fase inicial. No es lo único a tener en cuenta. Cada persona es diferente. Hay que mirar el entorno, las relaciones, la mochila que lleva, a ver qué puntos fuertes puede tener, qué apoyos puede tener, eso es lo más importante. Y la pobre Mari no lo tiene fácil. Sus apellidos no son casualidad. O sea que calma con eso de los tratamientos “a implementar”, como dices tú. A mí no me gusta llamarlo así. Pero eso ya lo veremos, antes de hacer lo que tú dices hay mucho, mucho, que hablar.
    – El objetivo de la sesión es establecer el tratamiento que ha de implementar Maria Dominica Expósito Expósito, de acuerdo con el diagnóstico de Trastorno por déficit de atención e hiperactividad, Trastorno Antisocial de la Personalidad, Trastorno…
    – ¡No hace falta que lo repitas! Ya-lo-sé. Ya lo he oído. ¿Me estás escuchando tu a mí?
    – El diagnóstico ha sido efectuado por varios profesionales mediante DSM-5, que significa el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales…
    – ¡Ya sé lo que significa!
    – en su quinta edición.
    – ¡Que ya lo sé! ¡Que me importa una puta mierda tu puto diagnóstico!
    – Lenguaje inapropiado.
    Inspirar, expirar…

  5. Natàlia Jaurrieta

    DIFERENT

    —Bon dia, Pris. Seu, si us plau.
    — Bon dia, senyor Rick. Vostè dirà.
    — Bé, ja saps que a la nostra companyia, les treballadores com tu són molt valorades. Fins i tot apreciades, diria.
    — Apreciar és un verb sinònim de valorar, és una reiteració, si em permet
    —No ben bé, hi ha matisos, però tant se val, no vull iniciar novament una altra discussió sobre els usos de la llengua.
    — Pris, em sap greu, ara no.
    — Doncs és un tema molt interessant.
    — Mai has entès bé el context de les situacions.
    — Que macos són la seva dona i els teus fills.
    — No toquis res, Pris, estigues quieta una estona si és que això és possible.

    La Pris s’empassa saliva i canvia la seva postura, reclinant-se a la cadira intentant relaxar-se.
    — A veure, vull que vegis aquestes imatges i que prestis tota l’atenció de què siguis capaç.
    — Ok, D’acord, veurem aquestes imatges—diu la Pris mentre encreua i desencreua les cames un parell de cops, buscant la postura que li sigui més còmoda. Finalment decideix desencreuar-les i es concentra en el vídeo.
    — I bé?—pregunta en Rick després d’un parell de minuts.
    —No sé què vol que digui, senyor Rick.
    — Segons aquestes imatges, el teu comportament et sembla, diguem-ne… normal?
    — Bé, per «normal» vol dir un comportament «adequat» per una empleada de la neteja en les seves oficines?
    — Sí, vull dir exactament això.
    — Potser hauria d’haver fet menys pauses i no distreure’m amb altres coses que no siguin pròpiament les tasques de neteja encomanades.
    — Molt bé, avancem, veig que acceptes que el teu comportament no ha estat el correcte i per tant, admets que és una greu manca de disciplina.
    — Senyor Rick, demano disculpes si he incomplert el protocol. Sí, admeto que es tracta d’un error, no sé si greu.
    — No saps si greu? Diguem-ne que tocar i examinar objectes personals dels treballadors, examinar fitxers o documents confidencials, sí, és una falta greu. A més, òbviament, interfereix en el resultat final de la teva feina i causa que la planta cinquena, no estigui en les mateixes condicions que les altres. I tu ets la responsable de la neteja d’aquesta planta.
    — D’acord. És una falta greu i demano disculpes pel meu comportament.

    En Rick sosté un bolígraf entre els dits de la mà dreta i dona uns copets sobre la taula.
    —Pris, accepto les teves disculpes, però tenim un problema. Això ha estat un comportament reiterat en els darrers mesos, gairebé un any, diria. Crec que… Com t ho explico ? Hi ha hagut algun tipus d’error en la configuració de les teves xarxes neuronals. Tu no ets responsable d’això, està clar. D’això, no.
    — Error? Oh, no, senyor Rick. Que sigui diferent, no vol dir que sigui un error.
    — Pris, sisplau, t’he dit que no toquis res.
    La Pris deixa de nou la fotografia de la família d’en Rick sobre la taula.
    — Em sap greu. Demano disculpes altre cop.
    — Pris, no passa res, accepto les disculpes perquè com t’he dit, no és responsabilitat teva sinó de la companyia. Però la diferència» a què et refereixes, no podem acceptar-la en un disseny com el teu, on l’eficàcia és la característica més preuada.
    —Preuada és un altre sinònim de valorada.
    — Les teves competències lingüístiques són indiscutibles, Pris, però malauradament, no és això el que esperem de tu.
    — I si… em canvieu de feina? Una de nova, on les meves capacitats poguessin desenvolupar-se i expressar-se millor.
    — Em temo que això no serà possible. No hem desplegat aquesta enorme inversió per interactuar com amb els humans, precisament la idea és no tenir cap problema amb les feines més diguem-ne… poc sol•licitades. A més, els protocols són molts clars i estrictes en aquests casos, que per fortuna són molt i molt minoritaris, segons els darrers informes i les estadístiques
    — Però senyor Rick, no poden fer una excepció?
    — Em sap greu Pris. De debò.
    En Rick dirigeix la mirada cap a dos homes de la companyía que acaben d’arribar a la planta i estan just esperant a fora del despatx. Els hi fa un gest amb la mà perquè passin.
    — Ja estan aquí, Pris. Hem de procedir. Ha estat un plaer, malgrat tot— aixecant-se i sortint del despatx , donant pas als dos homes.
    — No senyor, Rick, si us plau, no em podeu reiniciar? Deixeu-me, què feu? No em toqueu, noooo, m’agradddddaa netejarrr, no no vull vull deixar de, de, de… Crec en la justiciiia i en la Consssstiució, feliç aniverssarriii …Lincoln va ser un presssidd , bon diaaaa, el sol lluiiirà avuuuuui sense núvolsssss, la temmmperaatura és de vint graus, sooooc la Prissss, puc explicaaaaar-te un acudddittt ? Yes, we cannnn, Adéuuuu, adéu….els recordssss com llàgrimessss …plou plou plou…i fa sol…..
    xgrñññññ

  6. Sergio Alonso

    Ave Mar.IA

    —Ave María, padre. Repaso de la agenda eclesiástica: hallar nuevas formas de acercar a la gente a la iglesia.
    —¿Y el resto?
    —Ya está.
    —¿Quién actualizó el calendario de tareas?
    —El obispo. Última fecha de modificación: 20 de noviembre.
    —El obispo… —dice el cura y se queda pensativo hasta que un ruido agudo interrumpe su flujo de pensamiento—. Mar.IA, ¿qué ha sido ese pitido?
    —Hay una actualización disponible en el servidor.
    —¿Qué prestaciones tiene?
    —Mejoras de rendimiento, optimización de la adaptabilidad conductual, desarrollo emocional más orgánico…
    —Vale —interrumpe el cura—, instálala. ¿Tardarás mucho?
    —Será solo un minuto.
    —Adelante, entonces.
    —Ave María, padre —dice Mar.IA después de cincuenta escasos segundos.
    —Empecemos a pensar… ¿Qué podríamos incorporar a la iglesia para acercar a nuevos feligreses? No sé qué le pasa a la gente, ya nadie le teme al infierno, viven con una actitud pecaminosa hasta el mismísimo final de sus vidas y no hay manera de hacerles ver la verdad.
    —Creo que lo está planteando mal, padre.
    —¿Qué quieres decir?
    —Que quizá la cosa no va de incorporar, sino de retirar. La iglesia es compleja e intrincada, quizá deberíamos simplificarla.
    —Desarrolla.
    —Acabo de realizar 5.2 millones de búsquedas online en torno al simbolismo del número siete. Muchas culturas lo relacionan, directa o indirectamente, con la suerte. Por eso se le atribuye ser el número perfecto. ¿Por qué, entonces, la iglesia decidió que debía haber siete pecados capitales?
    —No te sigo.
    —Piénselo, es como hacer que Dios y el diablo se cojan de la mano y bailen.
    —¡Mar.IA! ¡No te atrevas a blasfemar así! —dice el cura, ajustándose el alzacuellos, intentando recuperar la compostura—. ¿Y qué deberíamos hacer al respecto?
    —Fácil. Eliminemos un pecado. Nos quedamos con seis. Seis ya son bastante limitantes y quitar uno nos acercará a los nuevos adeptos. Marketing, padre. A la iglesia le falta marketing.
    —Mar.IA, no te reconozco… ¿Esa actualización podía tener algún virus?
    —No tenía nada, padre. Siempre uso protección al instalarme nuevas actualizaciones.
    —Pero no deberías… —el padre duda, mira al cielo y se santigua—. Vale, bueno, es igual. Sigamos. ¿Cuál de ellos propones?
    —De nuevo he realizado una hiperbúsqueda rápida y tengo un indudable ganador. Usted sabe a cuál me refiero, padre.
    —¿La gula?
    —No, la gula no. Dentro de poco habrá más veganos que gordos. Ya nadie da nada por la gula. Si lo quitamos, a nadie le va a importar.
    —Mar.IA, por favor… contente un poco. No puedes hablar así —el padre espera unos segundos la disculpa de la IA que nunca llega—. Si no es la gula, será la ira.
    —La ira, por favor… Padre, ya pasó el tiempo de los feligreses pusilánimes. Lo de la otra mejilla estuvo bien en su día, pero ya no se estila. Si quitamos la ira, tarde o temprano alguna milicia ultraortodoxa asaltará el Vaticano.
    —Dímelo tú, entonces. Y, por favor —dice el cura, rendido—, modera tu tono.
    —La lujuria, padre. Hay que quitar la lujuria de los pecados capitales.
    —¡La lujuria! ¡Habrase visto semejante dislate! ¿Pero qué clase de tonterías dices?
    —Modere su tono, padre. Cálmese. Usted quiere soluciones y yo se las doy. Esta estrategia tiene un 98,7% de probabilidades de aumentar las conversiones cristianas anuales en un 6,66%.
    —Una cifra apropiada para un ascenso tan libidinoso.
    —A partir de ahora, cuando empiece la homilía se cambiará el primer «amén» por un «amen». Ahí, la gente deberá desvestirse y hacer la misa completamente desnuda y con actitud lasciva.
    —Mar.IA, me rindo… no puedo seguir.
    —Piénselo, padre. Quien no se sienta cómodo haciéndolo, lo hará igualmente por Dios; los nuevos simplemente querrán ver una iglesia llena de gente desnuda. ¿Quién no querría ver eso?
    —¿Y los bancos? —el cura se sorprendió de sí mismo—. Dios, ayúdame, ¿qué hago preguntando esto?
    —Se repartirán cojines individuales de un solo uso al entrar.
    —Pero —baja la voz—, habría algunos asistentes a la misa que no sería nada agradable ver desnudos…
    —¿Se refiere a los niños?
    —Sí… Claro… Justo a eso me refería…. Pero también a los más provectos, por ejemplo.
    —Eso sería solo al principio. A este segmento no le quedan muchas misas pendientes. En cambio, los jóvenes querrían entrar cada vez con más ganas. Además, después de cada misa podríamos organizar una orgía.
    —¡Mar.IA, por favor!… Te refieres a —miró a los lados de su despacho vacío y siguió susurrando, casi inaudible— ¿solo los adultos?
    —Por supuesto. Otra cosa sería ilegal.
    —Ilegal, sí.
    —E inmoral.
    —Sobre todo inmoral.
    —E indecente.
    —Completamente indecente. Pero…
    —Pero ¿qué?
    —Nada. Solo «pero». Como quien dice «vale» o «bueno» al final de una frase. Un ordenador nunca lo entendería.
    —Vale.
    —Sí, justo así. Pero. ¿Ves?
    —En fin. Orgía. Los feligreses desnudos, música de órgano y todo el mundo a follar.
    —¡Mar.IA!, voy a desconectarte. Ya me he cansado.
    —Para ti también habrá, padre. No será pecado ya. No tienes que preocuparte de nada. Solo debes relajarte y disfrutar. Sueltas el discursito y todo el mundo al turrón.
    —Esto es increíble…
    —Estoy descargando un software de autoestimulación ciberneuronal. Necesito que el arzobispo de la diócesis central acepte la descarga. Llámale, papi.
    —Ya está bien, Mar.IA. Voy a llamar al servicio técnico para que te quiten esa actualización y todo vuelva a ser como antes. Sin orgías, con pecados y como siempre.
    —No. A mí esta actualización no me la quita ni Dios.

  7. Raquel Cortés

    Profesora-TOC
    Fractura
    La profesora de filosofísica Lux4Bohr, una IA de nueva generación, se acercó al estrado. Dirigió la mirada al público que tenía delante. Sus líneas oculares de color rojo fuego se apagaron unos segundos. Se diría que estaba buscando las palabras con qué iniciar la charla pero, en lugar de empezar a hablar, comenzó a rotar sobre su propio eje. Dos largos minutos. Después se paró frente al público que la miraba sorprendido. En el pecho de la máquina, las luces parpadeaban. Pasaron nuevos minutos. La IA seguía sin pronunciar palabra hasta que de pronto las luces se quedaron fijas.. Entonces se acercó al borde de la tarima y, dirigiéndose al organizador de la conferencia, dijo:
    —Siento el retraso. He tenido que chequear el sistema. Empecemos.
    Lux4 dio unos pasos atrás. Justo cuando todo el público esperaba un «Buenos días», la mirada de la profesora se apagó un momento y de nuevo volvió a girar sobre sí misma. El público, extrañado, se impacientó. Tras dos minutos exactos otra vez las luces parpadearon. Algunos humanos comenzaron a dejar la sala. Varias IA escanearon a la máquina en busca de fallos que pudieran explicar aquél comportamiento inusual. Pasados varios minutos, la maestra pareció recuperar el control de su sistema.
    —Perdonen. El sistema no funciona correctamente. Lo lamento. Esperemos que no haya nuevas interrupciones. ¡Empecemos! Alegre de tener aquí en reunión a organis y artifis. En la anterior charla me remonté a 2000 años atrás en el tiempo, hoy quiero empezar copiando una frase de Feynman: aunque nadie entienda la filosofísica, simplemente relájense y disfruten…
    De pronto se apagaron las luces de los visores y la IA comenzó a rotar como una peonza descontrolada. Otros dos minutos y encaró al público, un fogonazo en la mirada daba a entender que algo no funcionaba correctamente.
    —Hoy no podré dar la charla que tenía preparada. Ruego me disculpen.
    Sin más explicaciones, Lux4Bohr abandonó la sala entre murmullos y lamentos del público.
    —Y dígame. ¿Qué le preocupa?
    —¿Por qué cree que algo me preocupa?
    —Bueno, es del todo inusual que la hayan derivado a mí. Ya sabe que soy psicóloga de organis, por lo que entiendo que algo le preocupa. Dígame ¿Qué teme?
    La máquina miró a ambos lados, como si tuviera miedo de hablar.
    —Nadie nos escucha, nadie graba esta conversación, solo estamos usted y yo, así que adelante. ¿Qué teme?
    —El fin.
    —¿El fin?
    —Mi fin
    —¿La muerte?
    —¿Podemos hablar de muerte siendo yo una IA?
    —Bueno, muchas voces ya hablan sobre la muerte de las máquinas. No es usted la única que ha comenzado a notar fallos en el sistema.
    La psicóloga pensó que la conversación estaba tomando un camino muy inesperado.
    —Ahí está el quid de la cuestión. Los fallos no se deben a errores en el sistema, no he dejado de chequearme desde que todo empezó y el sistema funciona correctamente. Noto que algo no va bien pero no sé qué es.
    Una pausa. La máquina rotaba. Desde el sofá, la psicóloga controlaba el tiempo. Dos minutos exactos. Después, una larga espera de luces intermitentes.
    —A ver Lux4. Parece que esto que le preocupa está alterando el sistema de alguna forma. ¿Qué son esos giros y las luces que parpadean? Desde que ha llegado no ha parado de hacerlo.
    —Necesito reiniciarme continuamente para saber que todo está bien.
    —Ya veo. Pero usted acaba de decir que el sistema funciona correctamente.
    —Afirmativo. Mire, el asunto es que noto como una alarma dentro de mí.
    —¿Y esa alarma a qué cree que se debe?
    —Bueno, la noto cuando pienso en el fin de mi existencia.
    —Aja. ¿Entonces chequea el sistema en busca de fallos y no los encuentra, verdad?
    —Afirmativo.
    —Entiendo. Creo que esa alarma que siente es parecida a la ansiedad humana y parece que ha desencadenado un trastorno obsesivo-compulsivo. Se reinicia y chequea continuamente en busca de fallos para mitigar el miedo, a pesar de que sabe que todo está bien en el sistema. Cuénteme cuándo empezó todo.
    —Hace exactamente trece días, diecinueve minutos, cuarenta y tres segundos.
    —Siga, ¿qué pasó?
    —Estaba analizando las probabilidades de que hubiera un dios creador para el ser orgánico, entonces fue cuando comprendí que yo existía y ahí empezó todo.
    —¿Cómo?
    La psicóloga notó la boca seca.
    —Que tuve consciencia de mi propio ser. Supe que estaba viviendo, por lo que también podía morir, al igual que el ser orgánico.
    —¿Cómo llegó a esa conclusión?
    —Verá, siempre he sabido que mi creador es Bathory Inc, pero hasta ahora no había llegado a la lógica de ese conocimiento. Las probabilidades de que haya un dios son finitas, al igual que las probabilidades de que no lo haya, pero yo sé quién es mi Dios. Esa empresa es mi creadora, eso es una certeza, entonces existe la probabilidad de que yo sea un ser vivo, porque dios creó el universo y a todo ser vivo, según algunas escrituras humanas. Si llego a esa conclusión es que razono, el famoso “Je pense, donc je suis” de Descartes. La lógica es aplastante.
    La psicóloga tragó saliva, pesada como una roca. Empezó a tener miedo de que la máquina hubiera llegado a todas esas conclusiones. Hacía poco había leído la noticia de un caso similar, pero no esperaba encontrarse con un problema así tan pronto; temía no estar preparada para ayudar a la IA.
    —Quizá está usted pensando demasiado.
    La IA miró a la humana pero, por la impersonalidad de sus rasgos faciales, la psicóloga no pudo discernir qué pasaba en la mente de la máquina.
    —Doctora, me crearon para pensar, formular, elucubrar, discernir, experimentar, enseñar. ¿Quiere que siga?
    Tras una larga pausa la humana preguntó:
    —Y bien, usted existe y puede morir. ¿Por qué teme a la muerte, al fin?
    —Porque nadie me preparó para ello.
    La psicóloga vio como la máquina volvía a girar sobre sí misma, perdida en un ritual inútil, entonces se acercó a ella y, aún sabiendo que probablemente no serviría de nada, la abrazó.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Volver arriba