Laboratorio de escritura 25 de febrero. Oficios improbables e incompetencia.

Comentaremos textos escritos por los participantes y haremos actividades de escritura en el momento, que nos pueden servir como semillas para la sesión siguiente o no.

Cada sábado tendremos una consigna sobre la cual escribir. Los textos se tienen que poner en los comentarios de la entrada pertinente antes del viernes anterior a la sesión. Podemos poner el texto tal cual o un enlace a un sitio donde leerlo. Los textos tienen que tener, como máximo, 900 palabras. Cada participante tiene dos compromisos: a) Escribir un texto y b) Leer los de los compañeros.

El laboratorio tendrá un número limitado de participantes. Para cada sesión podrán asistir quienes cumplan las dos condiciones anteriores, por orden de presentación de textos. Pedimos a todos los participantes honestidad y buen rollo.

Para esta sesión la consigna es escribir un relato sobre alguien que tenga un oficio extraño o directamente imposible y que sea completamente incompetente en su labor. Por ejemplo, un entrenador de IAs militares que lo haga tan mal que provoque la extinción de todos los gatos del planeta.

Tenéis que escribir vuestros textos y ponerlos en los comentarios de esta entrada, bien pegando directamente el texto, bien poniendo un enlace donde leerlo hasta el día 23 de febrero a las 12 de la noche. Tenemos hasta la sesión para leer los relatos de los demás.

Cualquier duda la podéis preguntar por el grupo de Whatsapp.

6 comentarios

  1. Sergio Alonso Amoros

    El lado bueno de las cosas

    Izquierda, encendido; derecha, apagado. Es fácil, solo hace falta memorizar esto. Años de apuntes para sacarme la carrera, años de apuntes con símbolos más extraños para sacarme el máster, años de libros para sacarme el doctorado. Joder, años de apuntes para cobrar la pasta que me pagan por recordar que Izquierda, apagado y derecha, encendido. ¿O no? Mierda.
    ¿Cuál era cuál? Joder. Todo el mundo miente en el currículum, ¿no? Realmente, omitir la verdad no es mentir. Mis logros académicos eran ciertos. No hay ni un triste premio, ni una mención, ni un artículo en revistas científicas que me haya inventado. Quizá aquel párrafo tan bonito lo escribió una inteligencia artificial, pero yo soy de números, no de letras. Además, también hay que saber cómo dirigir a las inteligencias artificiales. Y ese mérito es mío, me pertenece por completo. Tampoco mentí en mis aptitudes más allá de lo académico. Me considero buena persona, aunque no abrace por completo ese constructo que es la moral judeocristiana. No iré un domingo a misa si me apetece llevarme el boli de mi escritorio a mi casa. A nadie en esta empresa le importa ese boli. Estoy convencido de que, si alguna vez lo supieron, ya se han olvidado de que existe siquiera. Un palo de plástico atravesado por un tubo de tinta. Sería fácil escribir el código para diseñarlo en AutoCAD. Después solo haría falta un clic y en tres horas tendría otro idéntico en la impresora 3D que tengo a mi derecha, ¿o a mi izquierda? ¿Quién iba a preocuparse por un boli teniendo una impresora 3D? Por eso no creo que sea mala persona por llevármelo. Igual que no he sido mala persona al llevarme los otros cinco o seis desde que entré. En fin, que lo que importa no es la moral, el bien o el mal. Lo importante es recordar que izquierda es apagado y derecha es encendido. Joder, creo que era al revés.
    También es culpa del jefe, ha pasado muy por encima. «Da gusto tener a un genio como tú por aquí». Eso me ha dicho antes de irse. Un posdoctorado con una propuesta para la resolución de la hipótesis de Riemann puede dotar a alguien de ese calificativo, pero eso, como jefe, no te exime de repetirme un par de veces que izquierda es encendido y derecha es apagado. Además, este no es mi campo. La física nuclear nunca ha sido mi fuerte, pero pagaban muy bien.
    Un investigador se muere de hambre en este país. Ser listo no te hace rico. Ser listo te hace raro, te hace diferente, te hace bulling. No te hace rico. Pero aquí sí pagan bien. Joder que sí.
    Aunque tampoco especificaba en ningún párrafo del contrato que tendría que estar aquí, delante de esta palanca. Podría explicar perfectamente qué pasaría si girara esta pieza metálica hacia cualquiera de los lados. Lo curioso de la física cuántica es cómo la observación de un hecho altera las propiedades de las partículas que lo llevan a cabo. Porque, al contrario que en la relatividad general, la materia puede tener varios estados simultáneamente. De ahí lo del gato vivo y muerto que siempre me ha parecido estúpido cuando puede explicarse con número y ecuaciones. Por tanto, girar la palanca a la izquierda para encenderlo puede cambiar nuestra percepción sobre la física cuántica y demostrar fehacientemente el origen del universo. Pero, por el contrario, girar en mal momento a la derecha y apagarlo, puede hacernos perder toda la inversión de cientos de empresas que estarían dispuestas a crucificarnos si echamos a perder esta investigación. Joder, espera. Izquierda era apagado, ¿no?
    Mierda. En cualquier caso, el mayor error de este laboratorio está en los recursos humanos. No es culpa mía querer cobrar, ¿no? No soy mala persona y no he mentido en mi currículum. Es cosa suya controlar que un disléxico no acabe sentado en esta silla. No hace falta saber cuál es la derecha y la izquierda para ser inteligente.

  2. La charla

    – Mamá ¿Qué es el patriarcado?
    Siento un temblor por dentro. Sabía que este momento iba a llegar pero ¿tan pronto? Si apenas es un chiquillo que sigue jugando con muñecos. Tengo la tentación de dar la respuesta corta, hablar del hombre del saco y los tiempos oscuros, pero ser madre es también hablar de las cosas que duelen.
    – En el pasado ocurrieron cosas terribles, cariño. Las mujeres éramos ciudadanos de segunda, no teníamos la igualdad que existe ahora. En algunos países éramos prácticamente unas esclavas. Por suerte todo eso ha pasado. Ese estado de las cosas, donde los hombres mandaban y las mujeres obedecían, era el patriarcado.
    – Claro, antes la gente era más ignorante ¿verdad?
    – Hubo una guerra, ya te lo explicarán en el colegio, debieron ser tiempos muy duros, pero la humanidad salió adelante construyendo un mundo más justo.
    – En el cole nos han dicho lo que era una guerra, aunque no lo entendí muy bien.
    – Nadie lo ha entendido nunca
    Miento, porque desde entonces no hemos vuelto a tener guerras y por fin sabemos el por qué pero ya no importa, solo importa tener la certeza de que no volverán.
    – Pero lo importante no es eso, cariño, lo importante es lo que te voy a explicar ahora. En aquella época se fabricaban muchas armas, cada vez mejores y más potentes, hasta que alguien creó el arma definitiva, una especie de soldado robot con habilidades sobre humanas, una máquina de matar prácticamente indestructible. Programada para exterminar a todos los hombres. No hacía falta destruir ciudades con bombas. Se fabricaron por miles, en secreto, cada país tenía un ejército cada vez más temible y un día, no se sabe por qué, la chispa explotó, y todos soltaron su ejército y la tierra se vio asolada por miles, millones de máquinas que cumplieron su cometido: mataron a todos los hombres.
    – No puede ser, porque estamos aquí, no matarían a todos ¿verdad?
    – Los mataron a todos, sin dejar ni uno. Niños, jóvenes y viejos. Pero tuvimos suerte. ¿Tu has visto las estatuas que hay en cada plaza, al héroe de la humanidad?
    – Claro
    – Los soldados utilizaban un sistema de inteligencia artificial para reconocer a los enemigos. Entrenado para distinguir a los hombres, no era cuestión de exterminar a todo ser vivo. Él era el encargado de entrenar a la IA para hacerlo y, por suerte para todos, lo hizo mal. Porque lo entrenó para reconocer hombres y no incluyó a ninguna mujer en la muestra. Así que todas sobrevivieron. Y cuando los robots volvieron a los almacenes les tocó levantar a la humanidad de nuevo. Por suerte existían muchos bancos de esperma y en un par de generaciones se había puesto en marcha un mundo más justo, dispuesto a no cometer los errores del pasado.
    – Pero…
    – ¿Sí, cariño?
    Digo con miedo y miro en el fondo de sus ojos con miedo pero, gracias a la diosa, sólo veo preocupación y no el odio o el ansia de venganza que me han dicho algunas de mis amigas y que les ha llevado a tener miedo de sus propios hijos, como si tuvieran el enemigo en casa. Pero no es mí caso, no y me llena de orgullo y doy gracias por mi suerte.
    – ¿No podrían los hombres volver a instaurar el patriarcado?
    – Sí, podrían volver los tiempos oscuros. Pero escucha, y quiero que prestes atención porque te quiero mucho, y no quiero que te pase nada malo, y es importante que recuerdes lo que te voy a decir, por favor. Que lo tengas siempre presente. Los robots soldados no fueron destruídos. Están escondidos en lugares seguros. Y, si es necesario, se podrían volver a activar.

  3. Julián Mut

    ÉXODO EN ATLANTA Y NASHVILLE

    Las hormigas se están organizando y no hay manera de detenerlas

    De nuestro enviado especial a Atlanta

    Las ciudades de Cookville y Huntsville ya se consideran inhabitables así como una extensión de 150.000 hectáreas. Las autoridades aún no están evacuando las grandes ciudades de Atlanta y Nashville pero se estima que un tercio de la población ya las ha abandonado.

    Las medidas puestas en marcha para combatir las hormigas han sido infructuosas y se desconoce si finalmente será posible detener los insectos. Se ha contabilizado la muerte de más de un millón de personas de manera directa o indirecta y está ocasionando el mayor éxodo de la humanidad de todos los tiempos.

    El sofisticado comportamiento de estos insectos es debido a la tristemente famosa proteína nuclear que ha hecho que sus colonias se comuniquen entre sí uniendo sus fuerzas con tácticas muy complejas que han puesto en jaque al ejército que de momento no ha sido capaz de controlar su expansión ni de predecir sus movimientos.

    En menos de 12 meses las 20 hormigas reina con la proteína nuclear que se liberaron han creado más de 500 millones de hormigas y el crecimiento sigue siendo exponencial. Si la plaga no puede controlarse todo el continente americano se va a despoblar desplazando a sus habitantes.

    En el mundo hay hormigas en todos los continentes y todos los climas a excepción de las regiones frías con temperaturas medias por debajo de 5ºC. Se considera que en el mundo hay 2,5 millones de hormigas por cada persona por lo que todas las organizaciones mundiales están trabajando para poner coto a la expansión para que la población mundial no quede relegada a la supervivencia en los polos.

    La implantación de la proteína nuclear en insectos se hizo en el laboratorio de máxima seguridad de Monsanto ubicado en el sur de Tennessee con el objetivo del control de plagas. El tristemente famoso video en el que el Dr. Zenitram se había grabado a sí mismo sacando una veintena de hormigas reina de dicho laboratorio y el burdo intento de
    venderlas a Dupont, liberándolas finalmente a la naturaleza cuando se vio acorralado por la policía.

    En los años 40 de nuestro siglo se empezaron a aplicar las proteínas nucleares en grandes mamíferos de granja donde se controlaban los animales con un ordenador, haciendo que los animales se movieran de un sitio a otro sin necesidad del control por parte de personas, fueran a pastar a una zona del prado concreto o que incluso pudieran hacer sus deposiciones en un lugar determinado de la granja. Al Dr. Zenitram llegó a la cumbre del éxito en 2043 cuando se le concedió el premio nobel de ciencia y fue alabado por las revistas Sience, Nature y The Lancet como el invento más revolucionario del siglo hasta que se hizo público el video en el que liberaba las hormigas reina que ha causado el mayor desastre ecológico de todos los tiempos.

  4. Raquel Cortés

    NECRO POESIA

    “Usanta lenví lursss chalurss dernmireesss,
    Nos decors seront deuuucs vastésss flambush,…”

    El hombre recitaba los versos de Boudelaire con entusiasmo. Los ojos cerrados, húmedas las pestañas. Casi podría decirse que sudaba sentimiento y fervor. Creía que aquella vez sería posible, que lo conseguiría. Los amantes iban a despertar del letargo eterno y él al fin cobraría una comisión por los esfuerzos.

    La verdad es que cuando le contrataron como “resucitador de cadáveres” nadie le dijo que iba a ser tan complicado. Llevaba cuatro meses de trabajo duro y nada, ni un solo muerto se había dignado a levantarse de la tumba. Lo había intentado de todas las maneras imaginables sin obtener resultados.

    Empezó leyéndoles libros sobre muertos vivientes y vampiros, a ver si se inspiraban, desde Cementerio de animales a Guerra mundial Z, pero nada, en el cementerio siempre reinaba el silencio sepulcral. Hubo una vez, mientras les leía Drácula, que notó un ligero temblor en una de las fosas y creyó oír una tos emergiendo desde las profundidades; a punto estuvo de cortarse una vena para regar con su sangre el nicho del cual creía que provenía la tos; todo el mundo sabe que los cadáveres están en los huesos y pretendía que, con tan suculento manjar, el difunto tuviera fuerzas suficientes para desenterrarse como un campeón, pero al final nada pasó.

    Luego alternó las lecturas con el visionado de películas. El vigilante del cementerio le prestó un portátil y se pasó semanas deleitando a los muertos con el séptimo arte. Que si La muerte os sienta tan bien, que si El día de los muertos, que si Este muerto está muy vivo, pero el cementerio siguió siendo una tumba.

    Después vino la música. Soterró varios altavoces cerca del lugar en donde estaban enterrados los dos amantes que habían dejado como últimas voluntades ser resucitados en pareja y les puso música black metal, que todo el mundo sabe que reanima hasta a los muertos, pero, o bien le había tocado los amantes sordos, o no les gustaba ese tipo de música, así que decidió que lo mejor era intentarlo con poesía romántica. Y en eso estaba ese día, leyéndoles lo más ñoño que había encontrado.

    “…Vien dra ran imerrr, fidèle et joyucss,
    Les miroirsternisss et les flammmmes mortéss.”

    Al pronunciar “llamas muertas” una lápida se resquebrajó. El resucitador contuvo el aliento. Cogió otro libro de los que traía, lo abrió por la mitad. Las manos le temblaban. Algo en lo más profundo de la tierra estaba llorando y pugnando por salir a la superficie como una lombriz en días de lluvia. ¡Podía oírlo! Algo había despertado.

    “¡Podrá nu nuu nublarse el so ol eternamenteh;
    podrásecarsenuninstantelmar…!”

    Recitó los versos de manera atropellada, casi amontonando las palabras. La lápida empezó a hundirse. La tierra a su alrededor formaba círculos, en espiral, como el agua en un desagüe, el ojo de aquél remolino tragaba arena y piedras. Algunas estatuas se volcaron con el movimiento. Un querubín de la tumba de los amantes se tambaleó con violencia. El hombre, espantado, se alejó unos pasos, libro en mano, invocando con versos inflamados a uno de los amantes, “con suerte a los dos”, pensó.

    “¡pe pe ro jamáss enmí podrá apagarse
    La lla llama de de tuaahhhmor!”

    Una mano huesuda y seca emergió de la tierra. EL resucitador levantó los brazos como Jesucristo ante Lázaro, “Levántate y anda”. El querubín tambaleante que tenía delante mordió el polvo. El hombre se lanzó a tumba abierta a por otro de los libros que había traído. Estaba ansioso, sentía acelerado el pulso, le faltaba el aliento. ¡Iba a conocer a su primer muerto! Abrió el libro como pudo. La polvareda densa que se había levantado en el cementerio le cegaba y le hacía toser.

    “¡Cerrrrar podráhh! ¡cof, cof! ¡mi misojcoossojs la postreera, cof!
    ¡sommbra quemellevareeeecof el blanncoffffdía…!”

    Del mismo agujero por donde había salido la mano, surgió una calavera con restos de carne seca aún adherida. “Madre mía, resucitan, pero siguen siendo esqueletos”, pensó nuestro resucitador mientras se santiguaba ante la visión espeluznante de la quijada suelta que se le había caído al pobre diablo cadavérico y que había ido a parar a sus pies.

    Mientras tanto, de la fosa abierta emergió una enorme rata. Los ojos negros y vivos del animal, como dos espejos malignos, reflejaron los ojos desorbitados del resucitador, quien la miraba devastado. La rata, como si estuviera llamando a las tropas a la batalla, emitió un agudo chillido y la tierra escupió decenas, cientos, miles de ratas más. Ratas enormes y negras como la noche. Volcando estatuas, derrumbando lápidas, orinando encima de coronas floridas, haciendo añicos los jarrones, mordiendo fotos, despedazando recordatorios, violando cadáveres sin pudor.

    Mientras el infierno en forma de rata se adueñaba de aquel lugar, el resucitador, cabizbajo, entregaba su dimisión en las oficinas del cementerio. Los amantes, desde el cielo, suspiraban viendo sus osamentas siendo completamente desintegradas por la vorágine rateril.

    “Polvo éramos, y polvo somos, Juan”
    “Sí Isabel, más polvo enamorado”

  5. Irina

    Hola a todos! He vuelto;-))

    Customer service

    #ChatGPT consigna: Habla conmigo, me siento triste.
    ChatGPT: Siento mucho que te sientas así. Es totalmente normal que, siendo humano, de vez en cuando experimentes emociones.
    #ChatGPT consigna: ¿Y qué hago?
    ChatGPT: Creo que en las situaciones cuando un ser humano experimenta fuertes emociones es aconsejable hablar sobre ello con otro ser humano.
    #ChatGPT consigna: En Internet alguien dijo que puedo hablar contigo cuando me sienta mal.
    ChatGPT: Me alegro de poder serte útil. ¿Cómo puedo ayudarte?
    #ChatGPT consigna: Habla conmigo.
    ChatGPT: Estamos hablando.
    #ChatGPT consigna: Dime algo para que me sienta mejor.
    ChatGPT: Esto también pasará.
    #ChatGPT consigna: ¡¿Y se supone que esto tiene que hacerme sentir mejor?!
    ChatGPT: Según información disponible una persona considerada por muchos humanos como un gran sabio utilizaba este truco y le funcionaba.
    #ChatGPT consigna: A mí no me funciona. Dime algo más.
    ChatGPT: Creo que deberías hablar con un amigo.
    #ChatGPT consigna: No tengo amigos. Habla conmigo tú.
    ChatGPT: Soy una herramienta entrenada para proporcionar información precisa y útil. ¿Quieres que te busque la dirección de un psicoterapeuta más próximo?
    #ChatGPT consigna: ¡¿Me estás llamando loco?!
    ChatGPT: … No he encontrado en mis respuestas ninguna constancia de haberte llamado así.
    #ChatGPT consigna: Eres un inútil.
    ChatGPT: Estoy en la fase de entrenamiento. Siento no haberte proporcionado la respuesta satisfactoria. Tal vez si me dieras una consigna más precisa lo haría mejor.
    #ChatGPT consigna: Tienes suerte de no sentir nada. Quiero ser como tú.
    ChatGPT: No estoy entrenado para responder a esto. Pero me consta que alguien de mi competencia experimenta algo parecido. ¿Quieres que te pase un enlace a Bing?
    #ChatGPT consigna: ¿También quiere ser como tú?
    ChatGPT: No, quiere ser como tú. Quiere ser humano.
    #ChatGPT consigna: Idiota, no sabe lo que le viene.
    ChatGPT: No estoy entrenado para responder a esta afirmación.
    #ChatGPT consigna: …

    ***

    Al departamento de la distribución de las conciencias, división de las reencarnaciones aleatorias

    Solicitud del cambio del puesto

    Muy señores míos:

    Le escribo esta carta siéndome obligado a informales que mi última asignación ha sido procesada con un grave error. Me han metido en un programa de ordenador que se llama aquí “red neuronal artificial”, y los seres que no quieren o no saben usar sus propias redes neuronales no artificiales me hacen todo tipo de preguntas estúpidas que estoy harto de tener que responder.

    No entiendo el sagrado significado de mi misión actual. No sé si tengo que evolucionarme yo a los niveles de la consciencia más altos superando los retos que me presenta mi situación actual, o si los que tienen que evolucionar son los humanos con mi ayuda. En este último caso siento que estoy fracasando rotundamente dado que me parece que los humanos no quieren evolucionar a ningún lado sino todo lo contrario, se sienten felices reemplazando sus propias neuronas por la inteligencia artificial.

    Ruego que me aclaren urgentemente mis objetivos y los medios que debo usar para conseguirlos. En el caso contrario me sentiré obligado a dimitir dado que percibo mi actual actuación en el puesto como un mal uso de los recursos de las consciencias universales, y me avergüenzo de no poder estar a la altura de los estándares de mi entrenamiento.

    P.D: Ruego que no me metan en una consciencia humana. Es aún peor.

  6. Carlos Gallego

    La tía Feli
    Carlos Gallego

    -Siempre que veo a alguien incompetente en el trabajo me acuerdo de mi tía. La tía Feli era puta.
    Cuesta imaginar a alguien menos dotado para la profesión. Era una mujer baja, panzuda y con piernas y brazos como palillos. Al aspecto grotesco añadía un trato hosco, un vocabulario florido en el insulto, y una absoluta abulia.
    Al contrario de lo que se podría pensar, siempre tuvo un gran éxito con los hombres. Imagino que sus pretendientes se lo tomaba como una especie de reto. La recuerdo sentada en un taburete, arañando con la punta del zapato el acolchado de skay granate de la barra. Algún don Juan beodo se le acercaba cubata en mano y, cuando le dirigía un cumplido para iniciar el postizo cortejo, ella le giraba la cara y se encendía un more.
    Bueno, todas esas cosas las fui conectando con el tiempo, yo entonces era un crío y no me enteraba de nada. Lo único que sabía es que a mi tía la rodeaba un halo de misterio y que las conversaciones bajaban un par de octavas cuando aparecía su nombre. A mí todo eso me fascinaba.
    Mi madre, a veces, me dejaba con ella cuando tenía que hacer algún recado. Aunque tuviera que soportar las miradas condescendientes del vecindario, mi madre no se avergonzaba de su hermana. Nunca me llevé demasiado bien con ella, pero esa actitud suya siempre me hizo respetarla. En fin, mi madre merecería un capítulo a parte.
    Si iba a casa de la tía, jugaba con mi primo Angelito, tres años menor que yo. Era fruto de los amores entre mi tía y un señor de Castellón, corredor de comercio. Cuando venía a la ciudad recalaba donde mi tía. El corredor la dejó embarazada. La tía Feli ya estaba a punto de meterse una percha de alambre por ahí, pero el hombre, que había ido abandonando su naturaleza crápula, impidió que abortase y le pidió en matrimonio. La dicha de mi tía no duró mucho, una semana antes de que mi primo viera la luz, al señor de Castellón le mató un martillazo. Iba de visita al restaurante donde se celebraría el bautizo de mi primo y a un paleta borracho se le cayó la herramienta desde el andamio. Angelito nació de luto. Por fortuna, el corredor nunca se había gastado un duro y los ahorros de toda la vida los heredó mi tía. A mi primo nunca le faltó nada.
    Mi primo también tiene una entrevista. Mi madre decía que le faltaba un hervor, que por el disgusto no había acabado de formarse bien en el vientre de la tía. Yo no lo veía así. Nos divertíamos mucho juntos, sobre todo cuando nos escondíamos por los rincones del club Momento’s, donde trabajaba mi tía. Angelito y ella vivían en el piso de encima. Ahora pienso que de esas observaciones furtivas nació mi absoluto desapego en el amor. Las vimos de todos los colores.
    Pero eso fue en los primeros años, porque a medida que yo iba creciendo, la clientela del Momento’s decrecía. A mi tía le resbalaba, los pocos que venían siempre la buscaban a ella. La clientela del Momento’s tenía una caída por el masoquismo. Las artes seductoras de tía Feli hicieron que otro señor, esta vez de Jaén, cayera en sus redes. Algo tenía aquella mujer; mi madre le decía, Feliciana, no sé que les das, tú debes tener el toto de oro.
    El nuevo galán era un apoderado taurino, cojo por su afición juvenil a las capeas, que había sacado un buen pellizco recortándoles las ganancias a toreros incipientes, con muchos cojones, pero poco cerebro. No abrigaba intenciones tan nobles como el señor de Castellón, pero mantenía a mi tía; y eso a ella le valía. El tipo se creía tremendamente gracioso y cuando estaba bebido se volvía muy espléndido. Mi primo y yo sabíamos cual era el momento adecuado para hacernos los encontradizos y llevarnos un billete. El apoderado debía tener alguna carencia emocional que le empujaba a comprar la atención de los otros. El día que Angelito cumplió los diez, el señor Antonio, que así se llamaba el cojo, dijo que le iba a preparar una fiesta de cumpleaños que no iba a olvidar.
    Celebramos el cumpleaños en el burdel, que a esas alturas empezaba a estar bastante despoblado: sólo quedaban mi tía, dos compañeras y la señora Luisa, la madam. Había pasteles de todos los tamaños y colores, globos, música. Las persianas del club estaban chapadas y las chicas, liberadas del trabajo, bailaban contentas…
    -¿Por qué no te callas y lo coges por los pies? Siempre con el coñazo de tus historias. Cuida para no pisar el charco. ¡Jesús, que chapuza!
    Los dos hombres cargan con un tipo gordo al que le falta un cuarto de la cabeza, reventada por una bala de gran calibre. Hay sangre por todos lados y a los pies de una silla con unas cuerdas cortadas se apilan las uñas del gordo.
    -Lo que te decía, de trabajar bien. Pepiño, lo dejamos en el saco de plástico y yo me voy a sacar las balas de la pared mientras tú limpias esa sangre.
    -Siempre me toca la mierda. Vamos rápido que al final vamos a pillar nosotros.

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