Emilia Pardo Bazán. La luz en la batalla
Por Miriam Jareño Comellas
Llego a la biografía de esta escritora desde el absoluto desconocimiento de su obra, su persona y la importancia que tuvo su figura en las letras españolas. Aun así, leer la obra que ha elaborado Eva Acosta me permite comprender la importancia de Emilia Pardo Bazán en un contexto geotemporal-literario: mujer rompedora, autodidacta, valiente y muy lúcida.
Esta biografía, escrita con un lenguaje llano y enfocada de manera inteligente, nos permite conocer a la condesa de Pardo Bazán en primera persona, ya que Acosta ha preferido recurrir a textos elaborados por la misma escritora. En cada capítulo, leemos testimonios de su estado vital tanto en primera persona, a través de extractos de cartas escritas por ella y dirigidas a ella, como a través de escritos que aludían a su persona.
Perteneció a una familia acomodada de pensamiento avanzado a su época, ya que su padre era un firme defensor de los derechos de la mujer. Esta mentalidad, no muy habitual en la sociedad gallega de finales del siglo xix, permitió que la Emilia niña tuviera acceso a una amplia biblioteca familiar. Esta libertad concedida por el padre, junto con la formación reglada que cursó en un colegio francés especialmente protegido por la Casa Real, alimentaron en la futura escritora una insaciable curiosidad por la literatura no tan solo nacional, sino también extranjera.
Este primer contacto con el país vecino fomentó que, en un futuro, Emilia se enamorara de Francia y de su literatura. La biografiada mostró desde temprana edad no tan solo amor a la escritura, sino facilidad por los idiomas. Llegó a dominar el francés, el inglés y el alemán. De haber podido, la futura condesa habría sido universitaria, pero todavía faltaban unos cuantos años para que el acceso a los estudios superiores se abriera a las mujeres.
Emilia se casó muy joven, a los 16 años. Pese a que, una vez casada, se esperaba de ella que fuera ama de casa y posteriormente madre, no llegó a ser exactamente así. Por ese entonces ya había comenzado a escribir y publicó su primer relato el año antes de contraer matrimonio. Por lo que sabemos, era un matrimonio bien avenido en el cual existía apoyo mutuo en sus intereses. El marido era estudiante de Derecho y ella anhelaba dedicarse de forma completa a su labor como escritora.
Fue madre de un niño y dos niñas. Su nuevo estatus de madre no le impidió seguir adelante con la escritura. En este punto debo remarcar que tuvo facilidades para ello, ya que al poseer una fortuna familiar, además de la de su marido, contó con servidumbre propia que la ayudaba en sus tareas como madre y en el hogar.
Los primeros escritos de Pardo Bazán siguieron la corriente naturalista que estaba en boga en Francia, país al que viajaba asiduamente y del que se llevó la sensación de que España estaba culturalmente atrasada. Emilia trató de combinar el naturalismo francés con la tradición escrita española. Debido a sus conocimientos de la literatura gala, introdujo ese movimiento en la España de finales del siglo xix, siendo a la vez alabada y criticada por ello. Se reconoció el valor de sus aportaciones, pero el sector más conservador y católico la acusó de defender la pornografía extranjera, ya que la novela francesa era considerada como tal. Este escándalo acabó provocando la separación de facto con su marido, de talante mucho menos abierto que el de la autora.
En este punto he de destacar que, a lo largo de toda su vida, Emilia Pardo Bazán fue una mujer muy criticada no por su calidad como escritora y crítica literaria, sino por el simple hecho de ser mujer, casada y madre de familia. Este simple hecho, que ella gestionó de manera valiente y combativa, es un punto muy importante a favor de leer y apoyar la lectura de esta biografía. Remarco aquí de nuevo que, a lo largo de las casi 600 páginas de la obra, leemos a través de todas las fuentes —críticas, alabanzas, apoyos y denostaciones— cómo afrontó ella los numerosos ataques a los que fue sometida durante toda su vida y su carrera literaria.

Se la acusó de no querer ceñirse al movimiento regionalista gallego (Emilia no usó el gallego en sus escritos), de dejar abandonada a su contemporánea Rosalía «de» Castro (Eva Acosta no utiliza en ningún momento la preposición «de» por la que es conocida la poeta) y no auxiliarla cuando la futura condesa sabía de sus penalidades. Aunque no se conoce enemistad real entre ambas mujeres, sí es cierto que Rosalía Castro tenía más reconocimiento, cosa que ambicionaba Pardo Bazán. Según se deduce de la obra de Eva Acosta, Emilia solo criticó, de manera velada, el hecho de que Castro no quisiera evolucionar, que se ciñera lo máximo a lo que se esperaba de una mujer con ambiciones literarias. La poeta representaba para la crítica literaria algo que Bazán no estaba dispuesta a aceptar: el conformismo, es decir, el escribir del modo que se esperaba de una mujer.
Conforme avanzamos en la lectura de esta biografía, descubrimos que la futura condesa de Pardo Bazán fue una mujer combativa, que se ganó tanto amistades duraderas a lo largo de su vida como enemistades que la atacaron y elogiaron a partes iguales. Entre sus enemigos literarios, por llamarlos de algún modo, encontramos ni más ni menos que a Leopoldo Alas, que lo mismo alababa su obra más reciente por la calidad con la que estaba escrita como la atacaba por cualquier cosa que al reconocido escritor le pareciera conveniente. Al contrario de lo que se pudiera pensar, esta dualidad alimentaba a ambos literatos y les empujaba a debatir. Más adelante, en la obra, se menciona que, al fallecer el autor de La regenta, Emilia se sintió vacía, pues se quedaba sin un enemigo a su altura con el que debatir.
Debates y polémicas al margen, Emilia nunca dejó de evolucionar. Una vez superada su etapa naturalista con sus obras cumbres Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza. Cambió el rumbo de sus intereses literarios y se acercó al simbolismo y al espiritualismo. De esta época son muchas de sus obras, que abarcan los últimos diez años del siglo xix.
Nunca dejó de lado su ideal feminista y luchó por los derechos sociales e intelectuales de la mujer. Su obra le granjeó un gran reconocimiento cultural a la vez que más enemistades. Se llegó a decir en una ocasión que, si en vez de llamarse Emilia, en su tarjeta pusiera Emilio, su vida y su éxito habrían sido muy diferentes. La gracieta ponía de manifiesto sus limitaciones por razón de sexo.
No contenta con su labor literaria como autora de relatos, novelas y crítica literaria, Emilia Pardo Bazán asumió también la creación y dirección de una revista de cariz social y político en la que exponía su pensamiento reformador, amén de noticias y reseñas de otros escritores.
Desde su posición acomodada, Emilia defendió siempre la cuestión feminista de forma combativa, lo que siguió granjeándole críticas y enemistades. Propuso a Concepción Arenal para la Real Academia Española, candidatura que fue rechazada. Incluso se propuso ella misma en tres ocasiones diferentes, y fue rechazada las tres veces. Eso sí, a pesar de los disgustos que le supusieron estos rechazos, acabó consiguiendo ser socia del Ateneo de Madrid en el año 1905. Este hecho, facilitó la incorporación de otras mujeres de talante igualmente feminista. Unos años después, en 1916, logró la cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid, y, ese mismo año, fue nombrada Consejera de Instrucción Pública por el mismísimo rey Alfonso xiii. Su extensa obra, de carácter marcadamente feminista, abordaba temas como la desigualdad social, cultural e intelectual de la mujer y el maltrato. Su vasta obra, a pesar de los años transcurridos, no ha perdido ni un ápice de actualidad.
Tras haber leído con atención esta extensa y amena biografía escrita por Eva Acosta, defiendo lo necesario que es acercarnos a la obra de la condesa gallega, ya que supo ver con claridad todos los límites que tenía impuesta la mujer en su tiempo. Bazán fue una defensora de la igualdad entre hombres y mujeres, y una escritora combativa que no tuvo reparos en defenderse con vehemencia de los ataques patriarcales.
Defiendo desde este artículo que hay que leer a Emilia Pardo Bazán para darnos cuenta de la lucha por la igualdad que inició la autora en momentos complicados para las mujeres. Hay que leer a Emilia Pardo Bazán para descubrir a una escritora talentosa, a una mujer que supo ver con claridad que un cambio profundo era necesario. Pero, sobre todo, hay que leer a Bazán por ser una figura incómoda para el patriarcado.