No fue cualquier mañana
Por Javier Huamán
Amanecía. Mientras limpiaba mi cansado cuerpo, vi por el hueco en la pared, como el sol se mostraba majestuoso. «No es una mañana cualquiera, será la que jamás olvidaré». La noche anterior, el cielo había llorado y sus gotas amargas recorrían mi ansioso ser. Yo, de bruces en la iglesia, te pedí hasta humillarme, un milagro. Silencio…Y la vida continuó su peregrinaje. Escuché la nefasta noticia; un frio cuchillo cortaba lentamente mi apasionado pecho. El rocío amargo surcaba de manera incontenible los rostros vidriosos e incrédulos de mi familia. Los perros aullaban uniéndose a nuestro dolor, el viento parecía tragarse los rezos.
Mi Madre había muerto.