Refugios climáticos
Ante las olas de calor que estamos sufriendo, y dado que buena parte de la población sufre de pobreza energética (algo que merecería un editorial aparte, en una revista que no fuera de literatura) el ayuntamiento de Barcelona ha habilitado varias instalaciones como refugios climáticos. Son sitios que disponen de aire acondicionado y uno puede ir a pasar el rato y soportar los peores momentos de calor del día. La idea me parece estupenda, y pienso sobre todo en personas mayores a las que estas temperaturas les afecta mucho y que con una pensión escasa no se pueden dar el lujo de tener el ventilador encendido todo el tiempo.
Me encanta la palabra refugio. La primera imagen que me evoca es la de un niño que corre a refugiarse en los brazos de su madre, porque en general la vida no es amable y nos hace falta protección. Quien haya caminado kilómetros bajo el frío y la lluvia conoce la alegría de ver una luz a lo lejos y entrar dentro de una casa donde te proporcionen calor y cobijo. Es bueno saber que si tu casa es un horno y no te puedes permitir pagar la factura de la luz alguien piense en ti y te permita pasar el rato al fresco.
Para mí, la lectura siempre ha sido un refugio. Por muy mal que me hayan ido las cosas siempre he podido abrir un libro y escapar a otra realidad en la que mis problemas no existían. Muchas veces se ha criticado este escapismo sin darse cuenta de que la palabra es equivocada, porque nadie se escapa entre las páginas de un libro. Simplemente se refugia un momento para coger fuerzas y seguir camino, porque la lluvia va a seguir siempre, pero te puedes enfrentar mejor las inclemencias del tiempo con ropa seca y un plato de sopa caliente en el estómago.
Suele decirse que leer tiene muchas ventajas y no sé yo si hay datos que avalen tantas virtudes. Pero sí puedo decir que a mí me ha servido para construirme por dentro, para tener una perspectiva amplia sobre la vida, para entender mejor a los demás y -espero- para ser más empático. Porque no es cierto que el infierno sean los otros, o no siempre. Las reuniones que hacemos cada dos sábados para compartir lecturas son una excusa para refugiarnos en una conversación con buenos amigos.
Algunos de los locales habilitados por el ayuntamiento son bibliotecas. Con esto se cierra el círculo porque tenemos doble protección: la frescura del aire acondicionado y las historias de los libros. No se puede pedir más para encontrarse en la gloria. Eso sí que es el refugio perfecto.