«Fueron doce para completar su obra» de Conejo de la Siniestra
¿Era una psicópata? ¿Era una depravada sexual? ¿Era en todo caso ambas cosas o una confluencia de ellas? Estas eran las preguntas que se hacía Noah. Ante ella un cadáver, un humano sin vida, un trozo de carne. Con sus propias manos lo había degollado. El cuchillo estaba en su mano derecha, sus verdes ojos miraban aquel patético muchacho. Lo había hecho, le había arrebatado la vida. ¿Pero por qué se sentía insatisfecha con aquel acto? ¿Por qué quería más? Fueron las siguientes preguntas que recorrieron su cabeza. Se las había apañado de buena manera con su baja estatura para cortar el hilo de vida del humano delante suya. El último respiro, el final de una vida. Aún así se sentía vacía, no sabía el porqué de aquel vago sentimiento que se hacía cada vez más fuerte en su interior.
— Vacía yo, que tontería. Si soy una chula. Todo el mundo se arrodilla ante mí. Puedo conseguir de cualquiera lo que quiera. — Expreso en voz alta aquella mujer en esa sala estrecha. Aún así se sentía incompleta. Empezó a pegarle repetidas patadas a ese cuerpo. Por cada patada más sangre se derramaba, aquella habitación pronto de un color escarlata se tiñó. Aun así, con el muerto desfigurado, se sentía incompleta. Río de manera maniática y siguió golpeándolo con todas sus fuerzas, hasta dejar un escenario sangriento. Vísceras y sesos esparcidos por la habitación un sentimiento agudo de incompletitud de aquella chica se apoderó. —No lo entiendo — expreso con rencor. —¡Porqué, porqué yo! — grito. No sabía por qué. Pero aquel atroz acto vacío le dejo. No sabía expresarlo, y una idea a su cabeza en ese momento visualizó. — Ya sé, pintare esto, así mi aburrimiento llenaré. Y en eso pensó Noah, la antagonista de nuestra historia. La retratista de la muerte, la violencia y el horror sexual. Que, como hilo conductor, esta historia contará en primera persona. Sus vivencias y sus hechos. De muerte en muerte pintora del más allá se convirtió. Y en su bienestar y satisfacción personal, esta disciplina creativa en atracción del terror confluyó.
Desasiéndose de ese cuerpo, en una bolsa escondió, no sin antes con su teléfono móvil foto guardó. Riéndose a carcajadas, esta enana, su primera pintura creará. Viéndose en estas circunstancias, a casa se apresuró en llegar. Su imaginación y creatividad en un momento se esfumarán. Pensó ella.
Estando en casa ya y asegurándose de aquel cadáver de manera tardía encontrarán. Saco el caballete, el lienzo, las pinturas y el pincel. Y se puso a pintar la escenografía que acababa de crear. Excitándose hasta el punto del clímax con cada pincelada que daba. Escenifico aquella criminal acción. La sumisión del cuerpo sin vida. La euforia y adrenalina de matar a un ser humano. Incluso la perversión sexual que sentía cometer aquel homicidio, tan solo por pura la diversión. En aquel lienzo con todo detalle plasmo. La primera obra terminó. Y en el instante que dio la última pincelada, su bienestar personal acabó. Ya no sentía nada, estaba igual de vacía que ante. ¿Por qué estaba otra vez en el punto de partida? ¿Si podía conseguir todo lo que quisiera de los hombres que manipulaba? ¿Dinero, regalos, sexo? ¿Por qué? ¿Por qué? Estas nuevas cuestiones eran las que no paraba de cuestionarse. ¿Por qué, tras tener sexo con un hombre y degollarlo como a un cordero, porque sentía tanto vacío? ¿Por qué retratar la escena tan irrespetuosa de aquel cuerpo mutilado por su culpa le daba tanta satisfacción? Por no quedar atrapada en este ciclo vicioso de preguntas desesperadas, decidió volver a la misma andada.
Noah conoció a otro chico, había tonteado otra vez con un anónimo de internet. Había planeado quedar con él y ver como derivaba la cita. Si salía como lo había planeado, haría que pagara la cuenta, se acostaría con él y lo asesinaría de manera más brutal que el anterior. Y así los hechos planificados acontecieron. Se volvía a encontrar en la misma situación que el anterior. Tenía un cuerpo delante de sus narices, estaba vez lo había asesinada perforándole un picahielos en un ojo y luego, rápidamente, en el otro ojo. La sumisión de aquel cuerpo tendido, no le hizo ni un ápice de gracia. Estaba vacía. No sentía nada. Intento desfigurarlo como el anterior, para sentir un mínimo de euforia. Pero nada, nada sintió aquella enana. Estaba igual que antes. Vacía, vacía. Se reía ella misma por ser inocua. Se deshizo del cuerpo con cautela como se deshizo del otro y volvió a pintar aquella actuación asesina. Esta vez en el proceso de bosquejado sintió un verdadero fuego, una sensación tórrida que la llenaba hasta el fondo. Cuando estaba en la parte ya de colorado, aquella emoción inicial se disipo al igual que se disipa la niebla. De poco a poco, dejando un paisaje nuevamente árido a la vista. Se aburrió prematuramente de su obra. Tenía un sentimiento extraño. Melancólico en su caso, y es como ella describió esto. —¿Por qué, por qué tiene que ser todo tan aburrido? — Aquellas palabras pronunciadas hizo que entrara espontáneamente y al igual que los volcanes en erupción, a llorar por largo tiempo. Otra vez estaba vacía. Quería plasmar de buena manera en su arte, la destreza de la manipulación, el patetismo masculino y su misandria. A modo de bienestar personal. Pero Noah, se sentía vacía. Porqué se sentía vacía. Decidió abandonar la cuestión y echarse a dormir para su cabeza de nuevas ideas refrescar. Y así, por fin, completar su gran obra, su arte y más importante su realización y bienestar personal. Y enseñar al mundo la gran obra que llevaba queriendo crear desde tiempo atrás. Y qué, hasta ahora, no se había atrevido a empezar.
Era el viernes doce de diciembre. He aquí una criminal que estaba a punto de ser ejecutada. Doce habían sido sus víctimas mortales. La multitud estaba atenta ante la ejecución que se iba a llevar a cabo mediante garrote vil. Noah, la acusada y la condenada miraba desde su asiente y con su cuello amarrado por el vil garrote a la multitud curiosa con un gran vacío en sus pupilas. Tras haber arrebatado la vida a doce individuos diferentes, todos ellos varones. Aún así se sentí insatisfecha, no había logrado aspirar a crear su gran obra; Cuando el verdugo hubo de aplicarle la mortal condena, se apretó su cuello con gran violencia. Las lágrimas caían de sus ojos y llegaban hasta las mejillas. Estas no eran lagrimas ni de miedo ni de sufrimiento. Tan solo eran lagrimas producidas por la presión ejercida por aquella correa metálica que apretujaba su cuello sin cesar. De un momento a otro, su alma fue expulsada como una hoja cuando sopla gran viento de su carnal cuerpo. Ahora tan solo era una simple alma. Podía visualizar el numerito montado por las autoridades públicas. Aún así, estando en un estado etéreo, seguía con esa sensación de incompletitud. —Noah… — mencionó aquella sosegada voz. Noah, giro a mirar. Era el diablo, que había venido a reclamar su alma. Sin rechistar, fue hacía el príncipe de las tinieblas. —Veo que aceptas la situación, eso lo hace todo mucho más fácil— el diablo comentó. —¿Y ahora qué? — expreso con sobriedad Noah hacía el demonio. Lucifer no sabía que responder. Ante tal silencio, Noah prosiguió.
» Me vas a llevar al infierno. En donde me condenarán eternamente y no tendré nunca descanso eterno.
» ¿Cuál será mi tortura? Que me violen cien hombres, que me arranquen los miembros, que me introduzcan objetos punzantes en todos los orificios de mi cuerpo. Ser maltratada, quemada, mutilada, etc.
» Todo eso me da igual. No he conseguido en vida lo que quería. ¿Por qué no soy amada? ¿Por qué no puedo sentirme completa? ¿Por qué cuando estoy a las puertas de algo se me escapa siempre? ¿Quiénes fueron los culpables? Yo nunca he sido así. ¿Por qué estoy tan vacía? ¿Será con esos miedos con los que vais a jugar allí abajo conmigo?
» Sabéis qué, a la mierda. Adelante, estoy predispuesta a todo.
El diablo entumecido por aquel extraño monologo sentencio. — He visto a monstruos humanos que no se han arrepentido, narcisistas que querían dejar una huella en el mundo. — Entonces qué — Noah contestó con ímpetu. —Eres la primera que bajara por estar vacía.
Aquellas palabras hicieron que esa alma exiliada de su cuerpo llorará. —Nunca he conseguido nada, nunca— dijo entre llantos. —Da igual lo que llores o no, nadie te oirá, estas muerta. Cuando Samael pronunció aquellas palabras, la pequeña y frágil alma comprendió. —Entonces mi esfuerzos para crear una gran obra. El satán hablo y expresó.
» Tus esfuerzos han valido la pena en un sentido retorcido. Serás recordada durante un tiempo como la artista de cuerpos que fuiste.
» Pasaste de asesinar y pintar la escena de asesinato a reimaginar aquellas escenas de maneras más dantescas. Mutilando miembros, intercambiándolos; hiciste manualidades con ellos, los pintastes. ¡Eres portada!
Esas macabras palabras de un ser infernal hicieron reconfortar aquella alma. Entendía que había logrado su objetivo. Que le importará a la gente. No ser un mero objeto de usar y tirar. Ahora, al igual que ella, sufrirían los demás. Algunos la alabarían, incluso la imitarían como la gran artista que era. Saldrían imitadores cometiendo los mismos actos, siempre de baja calidad en comparación con su «arte postmoderno».
Noah había alcanzado el nirvana que tanto deseaba. Sin rechistar, miro a Samael. Esa mirada indicaba de que estaba lista para partir hacía las profundidades. El desesperado castigo igual le daba, es más. En una parte de su interior deseaba sufrir por sus actos. Era un sentimiento ambivalente, entre nerviosismo y excitación. Había logrado su bienestar personal a través de la gran herramienta que ella denominaba arte.
FIN