Entrevista a Ceferino Galán
Por Juan Pablo Fuentes, J. Casri y S. Bonavida Ponce
JP: Presentamos el plato fuerte. Una entrevista a una persona muy particular que ha hecho una obra muy particular y que vamos a descubrir ahora mismo quién es: Ceferino Galán. Nace en 1950 en un pueblo de Badajoz y poco más sabemos de él, aparte de que estudió cerámica, que colabora con otras publicaciones como La Charca Literaria, y de que ha publicado libros de poesía y libros de autor. En todas las entrevistas que hemos leído en Internet esconde su vida personal detrás de los múltiples artefactos libresco-literarios que colecciona y de su magna obra El Naufraguito, un fanzine que, lejos de ser efímero, como suelen ser este tipo de publicaciones, lleva 35 años en la brecha. Más de 130 números y un éxito de crítica. Dos premios al mejor fanzine y una legión de incondicionales que esperan con ansía la aparición de cada nuevo número. El otro día, en una charla en la librería Calders, nos comentó que El Naufraguito era el ítem más vendido del año. Seguro que en esta entrevista averiguaremos el secreto de su éxito. Así que, Ceferino, por favor, la primera pregunta, ¿cuál es el secreto de tu éxito?
Pues el secreto es El secreto (risas). Como dije, todo producto tiene que tener las 3B para funcionar bien en un mercado competitivo que es bueno, bonito, barato. Los textos tienen que ser curiosos, bonito estéticamente, tiene que ser agradable y barato, y tiene que tener un precio asumible para cualquiera que tenga esa cierta curiosidad.
S: Bueno, Ceferino, gracias por venir hasta el Grupo Letraheridos. Yo tengo una pregunta sobre genealogía. Pero si no se puede responder, no se puede responder, porque sabemos que hay cosas que son secretos inmutables, pero antes de El Naufraguito, ¿este se encontraba adscrito a una publicación denominada El Náufrago (o el rey de la medusa), ¿verdad? Mi pregunta es, ¿se podría considerar a El Náufrago como el padre de El Naufraguito?
Más que como el padre yo diría que es como el impulsor. El detonante, digamos. Y, sí, cuando apareció El Naufraguito, salió como un apéndice de él.
S: En recientes estudios biográficos, contratamos a un detective privado de lo biográfico y se plantea que, quizá, fuera Odiseo el primer náufrago, por aquello de que naufragó muchas veces. El rastro se pierde en la noche de los tiempos, pero ¿podría ser Odiseo el primer náufrago?
(risas) No tenemos ínfulas para para pensar tal cosa. Pensamos que somos tan pequeña cosa que no nos retrotraemos hasta La Odisea para tener una genealogía. No, no, no, simplemente hemos nacido sin saber en qué se convertiría porque hay fanzines que ya salen con toda una vida preparada. ¿Vamos a durar tantos números? ¿Fulanito va a colaborar y tal y tal? No, no. O sea, salió como un azar, como una cosa que no se esperaba. Y que luego, por ciertas circunstancias, se ha ido alimentando de todo lo que le rodeaba, pero no por sí mismo que él era poquita cosa.
JP: O sea que tú no esperabas, cuando sacaste este fanzine, que ibas a estar 35 años con él.
No, no. El número uno solamente son cuatro páginas de nada. O sea que no tiene absolutamente nada. Los números 2, 3 y 4 son prácticamente cero. Y en el número cinco, que es cuando pusimos la primera página de el testimonio de lo que nosotros consideramos el primer náufrago es cuando nos empiezan a llegar testimonios de náufragos de todo el mundo y es cuando el náufrago se va alimentando de todos estos testimonios que le van llegando.
JC: Yo tengo una curiosidad… porque sacar una revista, un fanzine, periódicamente, regularmente, durante tantos años, no solo es un logro impresionante, también es mucho esfuerzo y mucha constancia que hay detrás del fanzine. ¿Cómo funciona la preparación de un número?
Nuestra filosofía principal es que no nos tiene que dar mucho trabajo y que no nos tiene que costar dinero. Y, entonces, con estas dos premisas, todo lo demás sale solo. Esto es como un divertimento, como una cosa que tienes a más a más. Como cuando estás escuchando música, cuando estás viendo cualquier vídeo por el ordenador o cualquier cosa, pues en vez de estar con los ojos mirando al techo, pues estás preparando El Naufraguito. Pero ese algo, tiene que ser algo que no te avasalle. Algo en el que tú fluyas con él tranquilamente.
JP: A mí me parece curioso la modestia que tienes, Ceferino. Cuando evidentemente un proyecto como este no puede subsistir si no hay talento detrás. Además, has tocado la tecla por tu buen hacer, que hace que conectes tanto con la gente y con el público. Ya te digo que, para mí, los náufragos, son una pequeña obra de arte. O sea que, por favor, menos modestia y reivindica tu talento y no digas, bueno, esto es una cosa, porque yo si yo me pusiera a hacer eso mismo, posiblemente podría hacerlo también 35 años, pero no lo leería ni el Tato.
(ríe y se encoge de hombros)
S: ¿El Naufraguito es proinformática o antiinformática?
Salió antes de la informática y gracias a la informática ha podido sobrevivir. ¿Por qué? Porque en los años 80 estaba estudiando cerámica y frente a la Massana estaba la Escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos que enseñaban grabado, tipografía, artes del libro, toda una serie de cosas. Y yo estaba de las cinco hasta las siete, allí, en la Massana, estudiando cerámica y de las siete hasta hasta las nueve estudiando tipografía. Y allí fue donde publiqué un libro de poesía normal y otro de poesía visual. Y era complicadísimo porque tenías que buscar todos los tipos, prepararlos antes de imprimirlos. Luego tenías que volver a poner todos los tipos dentro de la caja. Y cuando inventaron el ordenador, con la impresora, con 700 tipos de letra que puedes tener tranquilamente, con todas las medidas posibles, pensé: madre mía. La posibilidad de que hoy el náufrago pueda ser real es por el invento del ordenador y de las impresoras.
JC: Y, bueno, no solo gracias a la informática, sino gracias a ti también. Por eso se sigue haciendo regularmente El Naufraguito. Y existe porque existe una voluntad de hacerlo. Hay que tener también la ilusión de querer hacerlo cada vez.
Sí, porque como ya comenté, El naufraguito, como todo fanzine que se precie y como muchas cosas de las que se hacen en esta vida, son proyectos personales. O sea, tiene que estar una persona que lo lleva y si después viene un amigo o dos o tres, pues vale; pero que se sepa que hay siempre que una persona que en todo momento, cuando se imprime, cuando haya que comprar papel, cuando haya que hablar con este o con el otro, esa persona sabe que él estará siempre ahí. Y como ya he dicho, como no me cuesta demasiado trabajo, tampoco me cuesta estar ahí.
JP: Yo quería comentar que El Naufraguito está en la colección del MACBA. Lo cual pensé, perfecto, porque yo siempre he pensado que Los Naufraguitos son más una obra de arte que incluso un fanzine. ¿Tú qué opinión tienes sobre esto? ¿Lo ves como una obra de arte?
Yo ahí quizás veo un 50-50. Es decir, 50% arte, 50% lucro (risas). Incluso creo que se puede comprar. Yo creo que la gente lo compra y lo conoce más por los textos y por las cosas que se dicen y por cómo se dicen y porque dan otra visión de la realidad. Si nuestra pregunta es ¿no sé que es lo de la justicia o no sé si la verdad os hará libre? Pues El Naufraguito tiene un número que se llama Las verdades prostitutas, donde te dice que todas esas cosas que te dicen, todas son mentiras. Yo creo que los textos son tan importantes como la parte visual, sino más.
JP: Pero me refería más al libro como objeto de arte. Yo tenía apuntado preguntarte por tus influencias, porque cuando leí el primer Naufraguito, a mí, la primera persona que me vino a la cabeza fue Joan Brossa y sus poesías visuales, que son también esta mezcla de caligramas o de arte dadá que mezcla cosas en las cuales el texto es importante, pero no solamente en cuanto texto, sino también como obra artística global que mezcla los dos elementos. Y quería preguntarte si tú tienes influencias.
Supongo que tenemos influencia porque todos vivimos dentro de una sociedad y todo lo que nos llega pues viene de ahí, tanto de Brossa como de otros artistas. Hay un poeta visual español, se llama Antonio Gómez, que también hace cosas maravillosas, súper súper interesantes. Pero el primer fanzine donde yo me di cuenta… pero no, entonces no se llamaba fanzine…, era el boletín de la Fundación Joan Tabique. Que fíjate era muy pequeñito. Y allí explicaba cosas curiosas y todo principalmente visual. Era una cosa que en los años 80 me chocó cuando entonces me dije: pues yo puedo también hacer esto. Digamos que podría ser la primera influencia que yo tengo clara, que se pueden hacer cosas curiosas con el papel, con las imágenes, con las letras, con la plasticidad del propio elemento.
S: Y de las referencias a los éxitos. Un evento, que me gusta mucho porque de joven iba, era el Salón del Cómic. Ahí ganaste dos premios al mejor fanzine en 2003 y 2011. Al respecto sobre esto de ganar premios, en una entrevista dijiste que el éxito corrompe. ¿Cómo te salvas de corromperte?
Bueno, me salva, me salva porque está todo medido y controlado. Ni hay demasiado éxito, ni hay demasiado dinero, ni hay demasiado trabajo, ni hay demasiado de nada, ¿sabes? O sea, todo es tan sutil y todo está medido. Yo ahí pienso que las cosas como que se autorregulan. Por ejemplo, si tú paseas por las Ramblas y, salvo que no sea un día de Sant Jordi o en las épocas de Navidad, siempre hay un determinado número de gente, las Ramblas siempre están llenas a un 30%, más o menos. Y es porque las Ramblas se autorregulan como la tierra se autorregula. Y El Naufraguito por sí mismo se autorregula y ni tiene demasiado éxito y se vende dentro de lo que se puede hacer.
JC: Cuando nació El Naufraguito en los 80, incluso después en los 90, la sensación que tengo, como alguien neófito, es que había más ebullición en el mundo del fanzine, en el mundo de háztelo tú mismo, más de cultura popular. ¿Crees que hoy día hay más regulación en el mundo del fanzine o el mundo sigue siendo más de cultura underground o alternativa?
Hoy yo lo veo superinteresante porque hay muchos, muchos jóvenes. Principalmente todos los que hacen cosas en cualquier feria de fanzines, tenderete Grab, el Gutter. En cualquiera de estas te encuentras 20.000 propuestas que te pueden interesar y que juegan con todo. Y juegan mucho.
JP: Respecto a los jóvenes que mencionabas, yo tengo aquí el manuscrito de Miriam Soteras, que reconoce abiertamente tu influencia. O sea, como dice ella, yo he sacado estos fanzines por influencia directa de Ceferino Galán. Además de ella, tú conoces otra gente en la que has influido, y te han reconocido, y te lo han dicho.
¡Ay… sí!
JP: Te lo saco colación porque el otro día te pregunté esto en una charla y dijiste: No, no hay ninguna escuela. Y digo: mentira, aquí está, aquí tenemos la escuela (señala a Ceferino). Aquí tenemos la prueba.
Sí, es verdad que han habido, que yo sepa, cuatro o cinco casos donde me han dicho eso.
JC: ¿Qué hace que un fanzine dure más o menos según tu experiencia? Porque habrás visto a muchos nacer y morir.
Bueno, por lo mismo que decía antes. Porque les cuesta dinero y llega un momento que no venden. Para que se pueda hacer la distribución más lógica tiene que ser ir directo a librería. Cuando hay muchos jóvenes que hacen un fanzine, hacen una presentación, ahí vienen los amigos, hacen la segunda, otra presentación, y vienen de nuevo los amigos, pero al número cinco, seis o siete, los amigos ya no quieren saber nada de ese fanzine. Hay una nueva presentación y no va nadie. El camino normal para una publicación, que ya está inventado, es una librería. Tú en una librería los tienes allí y durante siete, ocho o nueve horas. Mientras la librería la tengan abierta está tu fanzine allí para la gente que pueda entrar. Hasta me sorprende, sinceramente. Me sorprendo que en una librería como en la Central que hay tantísima cosa, tantísimo de todo, pues puedan dar con El Naufraguito porque el náufrago es una cajita pequeña que está en ¿cuántos metros de estantería? Y me pregunto, ¿cómo es posible que puedan dar con él? O sea, que es un azar. Hay muchísima gente que entra. Y ve lo que hay expuesto y, es verdad que, cuando te conocen sí que van a donde los tienen, pero si no te conocen, da igual, hay muchísima gente que mira y que puede comprar.
S: A ese respecto, en el libro de visitas de vuestra página web, en uno de los últimos comentarios había un señor, creo que era sudamericano, y comentaba que su mujer le había regalado un número de El Naufraguito y que desde que lo leyó, tuvo el impulso de tenerlos todos. Y se compró todos los que pudo. Considero que El náufrago es adictivo. Hay prescripciones médicas al respecto.
JP: Sí, e incluso hay grupos de náufragos anónimos. Y seguro que hay más casos…
Seguro, mirad, hace unas 24 horas, me escribió una chica de Palma de Mallorca que me preguntaba cuándo estará el siguiente, pues me decía, El Naufraguito me tiene muy pillada. Quizás tengáis razón…
S: Lo que decíamos… Síntomas de adicción.
Quizá… En el número 125 recopilamos cantidad de testimonios de muchísimas personas. Lo considero como las emisoras de radio. Tú puedes poner Catalunya Radio o Gladys Palmera, y según el tipo de música y el tipo de lo que tú quieras oír, las personas de tu entorno te conocen. Así, cuando alguien quiere hacer un regalo, piensan que El Naufraguito será un tema que le irá bien a esa persona primigenia que está en esa onda… Y se lo regalan.
S: Al respecto de seguidores, en otra entrevista comentaste que el 65% de tus seguidores eran lectoras y el 35% eran lectores. ¿Eso ha cambiado respecto a los tiempos?
No, no, no, no, no, las principales seguidoras son chicas. Yo pienso que es principalmente porque la mujer es más consumidora de cultura y es la que compra más libros, revistas y publicaciones de todo tipo. O sea que aunque yo piense que El Naufraguito está generalmente escrito por hombres, y una gran cantidad de hombres que lo compran, hay un porcentaje mayor de mujeres. Lo encuentro curioso que la mujer encuentre interesante la forma de pensar de un hombre, pero a lo mejor hay algo en él que las complementa.
JC: Has mencionado antes la visión de la realidad que da El Naufraguito. ¿Hay una filosofía detrás de El Naufraguito?
Yo pienso que tanto la filosofía como la poesía son cosas importantes en nuestra vida. Son elementos que no se ven, que no están en la vida diaria, pero que tenemos que recurrir a ellas cuando nos hacen falta. Y en la filosofía, por ejemplo, encuentras soluciones para muchísimas cosas. Hay un número que tenemos que se llama El delicado mundo de la filosofía aplicada y dentro de él hay un ejemplo más de para qué nos puede servir hoy día la filosofía.
JC: Pero me refería también un poco a qué visión del mundo quiere dar El Naufraguito, si tiene un marco de referencia en el cual dice este es nuestro prisma, nuestro punto, nuestra ventana.
S: Quizá JC. lo pregunta por aquella frase que respondiste tan bien en otra entrevista y en la que decías: Somos agnósticos y escépticos. No creemos en la utopía. No sé si eso define a El Naufraguito.
En el número 70 hablamos sobre la utopía y ahí la pensamos como sueño, y es una maravilla. Pero como realidad, pues no nos sirve para nada. Todo lo contrario. Y tanto la utopía como las revoluciones, como las masas, como los héroes. O sea, vamos un poco en contra de todo esto. Contra el poder, pero contra el héroe también como manifestación que tiene el poder. O en contra de la contracultura también, porque la contracultura también se ha convertido en un poder en sí mismo.
S: ¿Ver la contracultura como un establishment?
Sí, en un establishment. Todos los de la contracultura parecen que ya están ungidos con la verdad divina, pues nosotros vamos contra todo poder, tanto de arriba, de abajo, de derecha, de izquierda.
JP: Me gustaría preguntarte por los inicios de El Naufraguito. Sobre todo porque antes has comentado que los que hagan un fanzine lo tienen que llevar a una librería, pero supongo que al principio cuando tú ibas con tu cajita a una librería, precisamente no verías caras amables.
No, pero es que en el principio ni teníamos cajita.
S: ¿No existía packaging naufraguístico?
No, el número 1, 2, 3 y 4, se repartieron principalmente a mano y en la tertulia hasta y ni pensábamos por asomo que podía ser comprado por alguien. Simplemente lo íbamos haciendo. Para esto hacíamos nuestras cuatro cosas. Pum, pum, pum, pum y fuera. Y luego el cinco, el seis, el siete. Yo no tengo una idea clara de cual fue la primera librería a la que llevé el Naufraguito en una librería, pero en ella, que me dijeron que no, también me dijeron, ¿sabes que el Makoki puede ser que les pueda interesar esto? Pero me olvidé, y después llegó el número 15, el veinte o quizá era el 10, no lo sé. Total, que entonces fui ahí, al Makoki, cuando me dijeron: Sí, sí, sí, sí, sí, estupendo. Hostia, qué cosa tan fácil. Y después de ese, se han ido haciendo más, y han habido muchas librerías que se han puesto en contacto conmigo diciendo: ¿Oye, por qué no nos traes una cajita? Después hay otras librerías que simplemente encuentro que pueden congeniar con lo que nosotros hacemos, entonces simplemente voy allí con la cajita y les digo: Mira, tengo esto, os puede interesar. Y en muchos casos les interesa y en otros nos han dicho que no, pues solamente trabajan con distribuidoras. Entonces si solo trabajan con las distribuidoras, pues nada.
JC: ¿Ya has pensado en dar un paso más y buscar una distribuidora para llegar a otros puntos de España? Sé que está en Madrid, sé que está en otros sitios, pero ¿has querido conquistar el mundo?
No, no, no, no, porque creo que sería entonces complicarnos y ahí sería verdaderamente complicarse. Porque las distribuidoras son un mundo bastante complicado. Ya lo sabéis que aquí, en Cataluña, sin más, hay una distribuidora que distribuía prácticamente todo lo de las editoriales catalanas… y se ha ido, o sea, que ha plegado. No sé el porqué, pero la distribución da toda una serie de problemas. Nosotros llevamos el sistema del cuento de la vieja. Nosotros hacemos cuatro, llevamos cuatro, cobramos cuatro, compramos papel para cuatro, cortamos el papel (cuatro veces), y la impresión , pues lo mismo. Lo preparamos y controlamos todo, como Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como. Es de lo más simple. Por eso os decía antes que no es complicado porque depende todo de nuestras fuerzas y de como controlamos el sistema.
JP: Retomando lo que decía antes S., podríamos considerar que El Naufraguito es una droga. O sea, quizá, debería estar prohibido. Yo creo que aquí las autoridades más que un bien social deberían pronunciarse porque esto es como el que está triste y se fuma un porro de marihuana. Estoy triste, me fumo un porro, me doy un traguito y me leo El Naufraguito.
Je, je, je. Bueno, pero es todo ficción. Aunque sí es cierto, que había un pequeño pasquín, que antes repartíamos, donde decíamos, más o menos esto: que los textos son erróneos o principalmente falsos y no los revisa nadie y desaconsejamos su consumo. (risas)
JP: Eso y, además, que cada náufrago es una obra de arte. Es una virguería física. El juego con su propio formato es precioso. Están luego los textos, pero es cada uno es único, es una pieza única. Entonces tener ideas, tener esta visión para cada número parece fácil, pero sinceramente siento contradecirte, no me parece en absoluto fácil.
Como antes comentaba, todas las personas que creamos, creo yo, están un poco para allí. Cuando nos instalamos en nuestra cabeza, en una determinada dirección, y nos vienen ideas a las 03:00 de la mañana… Yo hay en ocasiones que se me vienen en ese lapso del sueño REM a no sé qué horas… o cuando en ese momento, que estás medianamente ido, te viene una idea que siempre coincide con el tema que tengo entre manos. Y no es una cosa que la busques ni nada, es simplemente que la naturaleza funciona así. Si tú vas ahí, por ejemplo, de ¿qué hay en la playa? Tú no verás embarazadas, pero, por ejemplo, si tu mujer está embarazada, pues empiezas a ver embarazadas por todas partes. Bueno, pues esto del fanzine y de la creación, es una cosa similar. Cuando tú pones tu cerebro en un determinado contexto, empiezan a venirte ideas por la televisión, por la gente, por todo pum, pum, pum. O sea, es algo natural. Es… fácil.
JC: Tienes un canal de YouTube, un poco abandonado donde hay un pequeño vídeo de cómo se hace El Naufraguito y también parece muy fácil. Porque ni en el vídeo aparecen manos haciendo aquello. Y… Se hace solo.
JP: Solo hay unos duendes, pero siempre con ánimo proselitista (risas).
Me sabe muy mal que con las inmensas facilidades que tenemos hoy día para poder hacer lo que queramos, haya tan poca gente que lo haga. Supongo que es porque no les interesa, porque cada uno tiene su cerebro puesto en su mundo. Pero bueno. Pero hay un 1%, hay un 2% de personas que les gusta escribir poemas y escribir toda una serie de cosas. Pues yo digo… No esperes a colaborar con nadie. Yo tengo a 40 000 personas que me están diciendo queremos colaborar, queremos colaborar. Cuando yo les digo no porque en el folleto solo colaboran náufragos verdaderos, gente que ha naufragado de verdad. Digo, tú, si tienes tus ideas con tu ordenador, con un programa normal, no tienes que estudiar ningún programa, nada con tu ordenador, con una guillotina y con una grapadora puedes hacer lo que quieras. Y echo en falta eso que con las facilidades que tenemos no es como antes. Antes tenías que escribir a máquina, tapar con típex, ir a una fotocopiadora. Salían fatal. Y no es como ahora. Ahora te salen auténticas virguerías a color. O sea, puedes hacer todo lo que quieras. Y sin embargo, aunque sí que hay mucha gente que hace fanzines, encuentro que hay poca gente se sorprenda con sus ideas, tanto como para decir, hostia, soy un ser humano que puedo crear, que puedo pensar que, que tengo cosas que decir.
S: Estoy de acuerdo con JP y JC que, entre tus grandes talentos, aparte de esa capacidad creativa, está tu modestia y una gran constancia. Porque justamente es muy difícil encontrar a personas que consigan aguantar en un mismo proyecto 35 años. Creo que eres como un faro justamente para personas que no le dan importancia al dinero y sí al hecho creativo en sí mismo porque mucha gente lo deja, por lo que tú decías antes, que sí no hay éxito o que si no hay dinero. Me recuerda a los blogs, que mucha gente abandonaba de media a los seis meses. Así que tu gran éxito, yo creo, es la constancia.
Sí, sí. Lo que tú dices es así y el dinero es relativo. Además, cuando veo toda la colección completa de Naufraguitos, digo ostras, madre mía. Y que incluso, cuando los reimprimo porque se nos han terminado y tengo que leer algo me sorprendo de lo que de lo que había escrito, o sea, de que hay cosas que no me acordaba. Creo que es importante la capacidad de sorprenderse a sí mismo. Más, por ese algo de mí mismo de alguna cosa que ya tenía olvidada.
JC: Pero has dado a entender algo de tu carácter que me ha asustado un pelín. Es decir, tu faceta de pintor. Yo fui pintor hasta que se me acabaron las paredes de mi casa y ahí paré. Ceramista Igual tenía una idea limitada de lo que iba a ser. Tienes en tu casa un estante de náufragos que cuando llegues al final del estante dirás. ¿Hemos acabado?
No, no, que con El Naufraguito no es exactamente lo mismo, porque la cerámica, como decía antes, daba muchísimo trabajo. Pero aunque no queráis creerme, el Naufraguito no da ningún trabajo.
JC: Claro, claro.
JP: Ya lo sabéis, si no haces el fanzine es porque sois unos vagos, porque no da trabajo (risas).
Y tengo pensado en el último náufrago que se repartirá en mi funeral, que se titulará: Hasta aquí hemos llegado. Y espero tenerlo finalizado un día de estos y me pondré a prepararlo para que esté más o menos preparado, porque claro, si te da un dengue de esos sin darte cuenta, pues no lo podría hacer…
S: No, hombre…
No preocuparse, los tendré medianamente preparados (guiños). Y después también he tenido la inmensa suerte de contar con Raúl García, que hace las portadas, que son una auténtica maravilla, y con Nacho Casanova, que es el que hace la contraportada, que son también una auténtica maravilla. Son dos personas con las que vamos desde el principio. Me parece que Raúl empezó en el número 40 o en el número 30 y Nacho más o menos también por esa fecha, y desde entonces siempre han colaborado sin ningún problema. Pienso en los colaboradores… En el número 37 hablo sobre cómo hacer un fanzine con éxito relativo, y en él hablo sobre los colaboradores que son un coñazo, que envían mal todos los trabajos. Y yo digo que no cuentes con ellos, que tienes que ser tú, es tu proyecto personal, tienes tú que hacerlo. Si no viene ese, pues lo haces tú sin más. En mi caso, tengo la inmensa suerte que con estos dos colaboradores siempre están ahí, al pie del cañón y con Nacho Casanova está ahora preparando un libro que se llamará La revolución solo te tiene a ti, donde habrá textos de El Naufraguito dividido en varios capítulos: el deseo, el poder, el caos. Y saldrá para Sant Jordi, seguramente.
JP: Pero me parece curioso que haya gente que quiera colaborar, pero que poca gente se quiere animar a crear sus textos. Y lo que ha dicho S. acerca de los blogs, cuando salieron los blogs hubo una explosión. Todo el mundo de repente quería crear, quería hablar. Yo fui uno de ellos y luego todo el mundo desapareció y se fue a las redes sociales a publicar tonterías. ¿Es realmente así? Mecha corta y una explosión y luego ya está. Por otro lado, está esa constancia en decir no, no, oye, perdona, si yo quiero crear, voy a querer seguir creando, seguir hablando, seguir produciendo, pero parece ser que el ser humano no le no le da por ahí.
No, pero si tú eres de los que te gusta escribir, crear, mirar ¿Pues y por qué no puedes seguir? Es que yo lo que veo es contradictorio. Hay muchísima gente, por ejemplo, los pescadores. Veo a los pescadores en Calafell y me digo, esto sí que es tener constancia, perseverancia, porque saben que no van a pescar nada, van a pasar frío. O sea que están toda la noche pasando frío allí en la playa. Yo me quito el sombrero con esa gente porque sí, que eso sí que es verdaderamente trabajo. Y ahí quiero decirte, los pescadores. Hay otras aficiones que yo las veo bastante discutibles, bastante discutibles en el sentido que ni que ni aportan calidad espiritual, ni te aportan dinero, ni te aportan tranquilidad, ni te aportan compañía.
JC: Y volviendo a los colaboradores, antes has mencionado que tenías mucha gente que quería colaborar pero que no eran náufragos de verdad, que había que ser realmente un naufragado. ¿Qué es un naufragado para El Naufraguito?
Tiene que ser como el primer náufrago que tuvimos nosotros. Es una persona que nos manda lo que escribe, sin más, sin propiedad, sin ningún problema, que no te pregunta cuando saldrá, que si lo vas a poner en tal página, o si vas a destacarlo, que si va a ser esto o lo otro. Envíame una copia. No, no, no, nosotros tenemos muchísimos testimonios de gente que nos manda lo que le pasa, como el primer náufrago del que me cayó el cuaderno encima sin que yo supiera quién era.
S: Dicen que cerca de la catedral de Mallorca.
Sí, pues el náufrago para nosotros es ese, en cierto sentido metafórico. También es náufrago el que sin saberlo nos dice una frase, nos da una idea, nos dice que una palabra sin él ser consciente de lo que nos está diciendo. Cualquier cosa que nos diga, cualquier cosa que nos haga pensar puede ser útil para un nuevo náufrago en un determinado momento y no le tenemos que dar hoy explicaciones. Nuestra filosofía es esa tranquilidad.
S: ¿Y la curiosidad como motor creativo?
La curiosidad es el principio de todo conocimiento, pero en este caso no es una curiosidad, es, digamos, un sistema. Tú tienes un sistema en el que tienes todas esas ideas y todo, todo, todo lo que te llega, tú lo tienes sistematizado en unas fichas.
JC: ¿Hacéis número a número o tenéis varios números en producción de forma simultánea?
Tengo títulos para tres o cuatro naufraguitos. Y en alguna ocasión he tenido que ir a buscar entre los títulos que tengo ahí en cartera para decirme, ¿cuál es el próximo título? Pero generalmente, antes de que llegue el número a imprimir, voy andando por la calle y haciendo cualquier cosa y me sale el título sin más. O sea, es como que el mundo entero te va ofreciendo cosas para que tú las uses. Mirad, el próximo, El náufrago 136, se titulará Casi todo mal. Y lo del casi todo mal, pues lo vi por la calle, en una publicidad, en un bus, y tenía prisa, y simplemente vi el final de la frase… casi todo mal y después quise volver y cuando volvía para ir a ver qué era, de qué iba, porque no sé si era de algún grupo de rock o de alguna reivindicación, no lo pude encontrar. Incluso no sé si me lo imaginé, pero da igual eso. Sobre todo, es eso, vas andando por la calle y tienes estímulos, pero claro, tienes que tener tu cabeza ahí, en ese modo, tienes que estar con el modo receptivo.
JP: Una última pregunta ya, y ya acabamos, que por más que queramos, el tiempo pasa. En el número 100 El Naufraguito muere y va al cielo. Danos alguna primicia. ¿Hay alguna? ¿Le va a pasar algo el náufrago en los próximos números que nos tenga que preocupar o resucitará?
De momento está en el cielo y sigue ahí. Desde el número 102 que se dio cuenta de que sí había cielo, pero que no tenemos paraíso. Todo esto que nos han engañado, la visión de un paraíso que vamos a encontrar y esto, y lo otro. Mentira. Hay cielo. Sí, lo hay. Yo espero llegar al menos hasta el número 150, por tener un número redondo, y luego pues ya veremos si seguiremos o nos centraremos por otra vía. Pero bueno. Pero en general estoy contento con la trayectoria que nos ha llevado.
JP: Bueno, el 150 está a la vuelta de la esquina.
S: Así es. Y El Naufraguito es un chaval. ¿Lo tendremos en …?
150… Si salen cuatro cada año, pues son por lo menos en tres o cuatro años.
JP: Cuatro años. Aquí estaremos para celebrar el número 150. Y lo celebraremos por todo lo alto. Y bueno, a los lectores y oyentes de Punto de Libro que tengan buenas lecturas. Aquí con nosotros se despiden S., JC. y JP. Gracias, Ceferino.
S: Muchísimas gracias por estar aquí, Ceferino.
JC: Ha sido todo un lujo tenerte Ceferino. Muchísimas gracias.
Nada, muchísimas gracias a vosotros.—LH
Historia Oficial de El Naufraguito
Hace muchos años estuve haciendo el servicio militar en la Capitanía General de Palma de Mallorca, que estaba en el Palacio de la Almudaina, frente a la catedral. El comedor y los dormitorios los teníamos en “Bóvedas”, así llamábamos a un recinto que estaba por allí cerca, en la muralla que está debajo de la catedral. La parte superior de esta muralla era un paseo abierto al público y los soldados estábamos en la parte inferior. El caso es que una tarde, estando en este recinto, me cayó encima un cuaderno de 26 páginas en las que un hombre había escrito su vida. Miré hacia arriba y no vi a nadie. El cuaderno empezaba y terminaba con “Yo soy quien soy y no me cambio por nadie” y era un relato pormenorizado de su vida y sufrimientos que eran muchos. Terminaba bien. Me imaginé al autor del cuaderno como un náufrago que había llegado, victorioso y feliz, (de momento) a su isla del Caribe. Yo aún no lo sabía pero este fue el primer náufrago.