Laboratorio 29 de noviembre: escribir desde el punto de vista de un ser inanimado
Comentaremos textos escritos por los participantes y haremos actividades de escritura en el momento, que nos pueden servir como semillas para la sesión siguiente o no.
Cada sábado tendremos una consigna sobre la cual escribir. Los textos se tienen que poner en los comentarios de la entrada pertinente antes del viernes anterior a la sesión. Podemos poner el texto tal cual o un enlace a un sitio donde leerlo. Los textos tienen que tener, como máximo, 900 palabras. Cada participante tiene dos compromisos: a) Escribir un texto y b) Leer los de los compañeros.
El laboratorio tendrá un número limitado de participantes. Para cada sesión podrán asistir quienes cumplan las dos condiciones anteriores, por orden de presentación de textos. Pedimos a todos los participantes honestidad y buen rollo.
La consigna en esta ocasión es escribir un relato desde el punto de vista de un ser inanimado.
Tenéis que escribir vuestros textos y ponerlos en los comentarios de esta entrada, bien pegando directamente el texto, bien poniendo un enlace donde leerlo hasta el jueves anterior a las 12 de la noche. Tenemos hasta la sesión para leer los relatos de los demás.
Cualquier duda la podéis preguntar por el grupo de Whatsapp.
27/11/2025 @ 6:59 pm
Soy una puerta
Soy una puerta. ¿Por qué no ser puerta? Alguien dirá ¡qué aburrido ser puerta! Siempre tieso dejando que la gente te atraviese. Pero yo pienso que no está mal ser puerta, te pueden abrir o cerrar, sirves de lugar de paso, pueden tocarte para avisar que van de un sitio a otro, pueden darte un portazo para mostrar indignación, pueden cerrarte con llave para evitar que nadie pase, incluso te pueden dar un hachazo y mirar por el agujero en forma de rombo como en esa película que todo el mundo conoce.
Pero no. Yo no soy ese tipo de puerta. Yo soy una puerta pintada en la pared, un dibujo de una niña. Primero pintó el marco aunque no le quedaron dos líneas del todo paralelas, un poco más juntas por la parte de abajo, con trazos desiguales y repasando varias veces con el lápiz formando surcos en el enlucido y luego dibujó en perspectiva una puerta abierta hacia afuera, bueno, un intento de perspectiva, la pintora es una niña de seis años sin grandes dotes artísticas.
No es que sea muy bonita, tal vez algún día pinten la pared y entonces desapareceré. Puede que sea bueno que me eliminen, así todo lo que he visto y he oído quedará emparedado entre la pared y la capa de pintura, como cuando Cecilia cierra los ojos y se tapa las orejas y hace ver que no pasa lo que está pasando. A veces pienso que debería golpearme con decisión para así llamar la atención de los vecinos para que todo el mundo vea lo que pasa en esta casa, o es al revés, abrirme para dejar salir ese dolor y ese sufrimiento, como cuando se ventila la habitación cuando uno está enfermo para que el virus se vaya.
Ya lo he dicho, no es fácil ser puerta, nunca sabes lo que es mejor hacer. Cuando escuchamos esa voz de cazalla, Cecilia y yo nos miramos y le digo que en el otro lado de la puerta hay tranquilidad, entonces entre el marco y la puerta semiabierta pinta soles y prados verdes y le digo que en el otro lado hay gente feliz, entonces pinta niños en columpios sonriendo, le digo que en el otro lado hay amor y pinta una niña cogida de la mano de su madre y le digo que en el otro lado hay paz pinta una casita rodeada de plantas con humo que sale de la chimenea. La observo cuando pinta, su cara concentrada, queriendo hacerlo bien, suele tener lágrimas que corren por su cara y su mano suele temblar, de hecho no es solo su mano, es toda ella que tiembla, ya que los contornos de los dibujos no le quedan bien definidos.
Cuando considera que ha acabado de pintar se suele separar un poco y me mira con detenimiento, veo ilusión en sus ojos y veo una sonrisa en su boca y entonces me alegro de ser una puerta, le animo a que coja el color violeta y me pinte de este color, y entonces pienso que no está tan mal ser puerta, ser una puerta violeta.