Laboratorio de escritura 15 de julio: Conversación a escondidas

Comentaremos textos escritos por los participantes y haremos actividades de escritura en el momento, que nos pueden servir como semillas para la sesión siguiente o no.

Cada sábado tendremos una consigna sobre la cual escribir. Los textos se tienen que poner en los comentarios de la entrada pertinente antes del viernes anterior a la sesión. Podemos poner el texto tal cual o un enlace a un sitio donde leerlo. Los textos tienen que tener, como máximo, 900 palabras. Cada participante tiene dos compromisos: a) Escribir un texto y b) Leer los de los compañeros.

El laboratorio tendrá un número limitado de participantes. Para cada sesión podrán asistir quienes cumplan las dos condiciones anteriores, por orden de presentación de textos. Pedimos a todos los participantes honestidad y buen rollo.

Para esta sesión la consigna es escribir un relato sobre una conversación escuchada a escondidas.

Tenéis que escribir vuestros textos y ponerlos en los comentarios de esta entrada, bien pegando directamente el texto, bien poniendo un enlace donde leerlo hasta el día 14 de julio a las 12 de la noche. Tenemos hasta la sesión para leer los relatos de los demás.

Cualquier duda la podéis preguntar por el grupo de Whatsapp.

2 comentarios

  1. Julian

    SECRETO REVELADO A QUIEN NO SE DEBE.

    Después de 30 años en la facultad de periodismo me había convertido en un peso pesado dentro de la Universidad. Era profesor titular y me sentía reconocido tanto en el mundo académico como en mi entorno profesional.
    Un día en el que había acabado de dar clase y quedaban unos pocos alumnos por salir, un par de chicas casi al fondo del aula se habían quedado rezagadas recogiendo sus cosas perezosamente. El aula tiene forma de anfiteatro con una acústica muy buena con la característica que la voz se transmite tanto del profesor a los alumnos como de los alumnos al profesor, por lo que la conversación de las dos chicas me llegó nítida y clara como si estuvieran a un par de metros de mí.
    –Aún sigo afectada por lo de Carlos, hace más de seis meses que no estoy con un tío.
    Levanté la vista discretamente para observarlas mientras acababa de recoger mis cosas.
    –Lo que tienes que hacer es liarte con un tío maduro.
    –¿Un viejo? ¿Cómo de cuarenta?
    –O más mayor aún. Mira al Gil. Este tío sí que tiene un polvo. Yo lo ataría a la cama y me lo follaría montada en él.
    Bajé mi vista un poco turbado al oír que se referían a mí. Las dos se rieron expulsando aire por la nariz y yo fui recogiendo mis cosas lentamente para seguir escuchando.
    –No sé qué ves al Gil.
    –Los maduros son elegantes, educados y no actúan desesperadamente como los niñatos con los que sales tú. Son más serios en sus decisiones, se preocupan por hacerte sentir bien y además … son más pervertidos … y … tienen pasta.
    Las dos volvieron a reír y no pude resistirme. Levanté la vista y nos quedamos mirándonos los tres por un instante. Yo estaba concentrado intentando recordar cómo se llamaba la chica que había hablado de mí. Me vino a la mente Zaragoza y enseguida lo recordé. Carla Zaragoza.
    Acabaron por recoger sus cosas y salieron sin ni siquiera intuir que podría haber escuchado su conversación.
    Al día siguiente ya había ideado un plan para provocar que Carla Zaragoza viniera a mi despacho con la idea de tener una aventura con ella, pero lo fui postponiendo día a día ya que el riesgo era demasiado alto si me descubrían teniendo sexo con una alumna, así que me fui contentando en recrear en mi mente a Carla desnuda montada a horcajadas sobre mí y susurrándome con cara de lujuria que me deseaba y esa imagen se fue repitiendo en mi cabeza en bucle hasta que llegué a pensar que había sido real.
    Solamente una semana más tarde, al salir de la facultad, vi como Carla corría dando saltitos hasta un BMW inmenso. Me quedé inmóvil observando fijamente cómo subía y el coche aceleraba agresivamente hasta que desapareció de mi vista. Al principio me quedé perplejo pensando que debería ser yo el del cochazo, pero mientras andaba por la calle camino a mi casa me di cuenta que estaba sonriendo porque me había levantado el ánimo saber que aún podía gustar a alguien y se me puso cara de idiota cuando me imaginé por última vez a Carla encima de mí mientras me follaba.

  2. admin

    Conversación en el parque

    Parecía una bailarina de ballet disfrazada de anarquista. Cuando se acercó a acariciar a la perra, con un cariño tan sincero, pensé que si se pudiera embotellar su sonrisa se podría curar el cáncer. Mi hermano me dejaba -me obligaba, más bien- a pasearla un par de días a la semana. ‘Es un imán para las mujeres, ya lo verás’. Tenía razón, pero a mí me faltaba valor, o gracia, o costumbre o todo junto y se marchó dejando el rastro de su belleza en el aire.

    Se sentó en un banco del parque y empezó a mirar el móvil. Yo iba paseando en círculos que se acercaban de vez en cuando, por si Zeus me atravesaba con un rayo y me concedía una segunda oportunidad. No los vi hasta que prácticamente estuvieron frente a ella, una pareja de cincuentones sin nada destacable, parecían conocer a la bailarina porque se saludaron con cortesía pero sin efusividad, un par de besos rápidos, y la escena me pareció extraña, como si fuera una cita a ciegas, pero por suerte el círculo me acercaba al banco y podría escuchar mejor

    – Lo que más nos ha gustado de tu catálogo es el Shibari
    – No es fácil encontrar quien lo practique.
    – Yo ya llevo muchos años en el dojo
    – ¿El dojo?
    – Sí, mi maestro lo llama Dojo, para los japoneses es un arte muy prestigioso, bueno, para mí también.
    – Hay algunas figuras que nos gustaría pedirte. Esta, por ejemplo, no la hemos visto nunca.
    – Es que soy hiperlaxa, puedo doblar mis articulaciones más que la mayoría, esa postura, por ejemplo, es imposible para alguien normal.
    – Nosotros llevamos mucho tiempo en el Bondage, alguna vez hemos hecho algo de Shibari, pero nos pareces fascinante.
    – Muchas gracias.
    – ¿El precio es por la sesión?
    – Una sesión de dos horas. Vendría con una amiga mía que es mi asistente.
    – Nosotros podemos hacer los nudos.
    – En cualquier caso ella tiene que venir. Que sea hiperlaxa no quiere decir que no me haga daño. Puedes forzarme más allá de los límites y no queremos eso ¿verdad?
    – No, no, claro que no. Lo que tú nos digas.
    – Pero te queremos preguntar… no sé si te lo han pedido alguna vez… esto es un fetiche muy fuerte para nosotros. Nos gustaría poder hacer el amor mientras estás atada.
    – Si queréis hacer fotos o grabaciones está incluído en el precio, pero lo que me pedís es un extra. Y, por supuesto, ni yo ni mi asistente vamos a participar, para nosotros esto es un arte.
    – No, por supuesto. Te pagamos el extra encantados.
    – No lo tomes como una ofensa, es más bien un homenaje.
    – Lo entiendo, no os preocupéis. Yo en esos momentos estoy muy concentrada, el mundo exterior no existe. Para mí es casi como entrar en el nirvana, mi cuerpo está al límite de sus capacidades, es una experiencia mística.
    – Por eso eres tan especial, estamos muy contentos de haberte encontrado.
    – Por instagram buscando Shibari aparezco enseguida.
    – Es que nosotros no estamos tan puestos con la tecnología, nos habló de ti una chica del club, que te admira mucho.
    – Estamos deseando hacer la sesión.
    – A mí también me dais buenas vibras, perdonad que os haya hecho venir pero necesito calibrar la energía de las personas. Si no hay química prefiero no hacerlo. Ya sabéis como es el mundillo…

    Me alejé del banco con la sensación de haber entrado sin querer en el dormitorio de una casa ajena, haber abierto los cajones, y husmeado en la intimidad de unos desconocidos. La cita había resultado aún más extraña de lo que me imaginaba, me costaba imaginar a esa pareja de cara apacible, con pinta de funcionarios de hacienda, atando a chicas en sótanos oscuros y follando como salvajes entre cuerdas y nudos. ‘Es un mundo extraño’ le dije a la perra que me miraba con cara impávida. Al llegar a casa me puse a buscar Shibari en instagram, rezando para que la sesión no resultara muy cara.

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